Mientras los socios y/o abonados esperan un guiño de los clubes, los amigos del poder gozan de la más absoluta impunidad en las canchas.

Andrés Fassi quiso montar el último martes en el Kempes una réplica a escala de la experiencia que se vivió una semana atrás en el Monumental, donde además de la goleada de Argentina sobre Bolivia por la clasificación al Mundial de Qatar 2022 y la reciente obtención de la Copa América hubo otro motivo para celebrar: el regreso del público a las tribunas.

Aunque en formato Fútbol para Pocos -hubo 21 mil lugares disponibles y los tickets cotizaron entre 2.500 y 11.500 pesos en el mercado oficial-, Lionel Messi y sus compañeros pudieron recibir la primera dosis de afecto en estos largos meses de pandemia. Y no fue poca cosa. Las lágrimas del capitán argentino le dieron un brillo emotivo a la postal que anticipó la nueva “nueva normalidad” futbolera hacia la que estamos marchando.

Frente a Platense, Talleres se quedó con ganas de celebrar su presente en las alturas de la Liga Profesional con algo más que un puñado de directivos en las butacas. En los días previos le pasó la pelota al Consejo de Seguridad Deportiva de Córdoba (Cosedepro) y el organismo la pateó para Buenos Aires. Serán entonces la AFA y el Gobierno Nacional los que definan cuándo, cómo y dónde podrán volver los hinchas al formato presencial.

Mientras la gran mayoría la mira por TV, o ni siquiera eso, la pelota sigue rodando por los rectángulos de césped casi en soledad. Con esas gradas vacías que el escritor uruguayo Mario Benedetti alguna vez tan bien describió como “esqueletos de multitudes”, como principales testigos.

A esta altura parece que fuera de la prehistoria el empate 1-1 entre Instituto y Brown de Adrogué del 8 de marzo de 2020 en el estadio Juan Domingo Perón de Alta Córdoba, el último encuentro con acceso irrestricto de público que nuestra mediterránea provincia registra en un torneo nacional.

Circo VIP

Algo de agua pasó debajo del puente desde que la pelota empezó a rodar otra vez. En el Gigante de Alberdi, por caso, ya no se escuchan solamente los gritos de Ricardo Caruso Lombardi y de los teros. Y no sólo porque el entrenador se haya ido con su verborragia a otra parte. Algunos sonidos se han ido sumando desde que la AFA inventó el eufemismo “allegados” para habilitar el ingreso de 125 locales y 75 visitantes. Los amigos del poder.

Vergüenza ajena dio estar en la cancha de Belgrano en el partido entre el Pirata y Almirante Brown. Y no hablamos del funcionamiento del equipo celeste: demasiado bien administra Guillermo Farré la herencia que le dejaron. Los que no manejan bien la cosa parecen ser los de arriba, que no son precisamente Vegetti, Balboa y el recuerdo de Bordagaray.

A los socios y/o abonados no les vendría mal que desde las alturas les tiren un centro y les retribuyan su fidelidad (y sobre todo, el esfuerzo económico) con un lugarcito en esa acotada lista de elegidos que tienen la posibilidad de asistir a los encuentros. El compromiso debiera ser con ellos.

Si no quieren o no pueden dejar de ver a los que pagan religiosamente la cuota como clientes, o entenados, sería bueno que al menos traten de hacerles entender a sus allegados (“cercanos a otros en parentesco, amistad, trato o confianza”, según el diccionario de la Real Academia Española) que la condición de plateístas VIP les genera obligaciones y no derechos.

Pelotazos en contra

No fueron pocas las voces -la mayoría anónimas y alguna más reconocible- que se alzaron para insultar al árbitro Leandro Rey Hilfer en las plateas y también en el sector reservado para el variopinto staff de empresarios, políticos, funcionarios y renombrados profesionales de distintas áreas que apuntala al exgoleador Luis Fabián Artime. Durante todo el encuentro.

Completando la escena, sentados muy cerquita de los desafinados tenores y barítonos de los coros de puteadores, podía identificarse a varias personas en cuyas vestimentas se leía: “Ministerio de Seguridad de la Provincia”.

Varios testigos aseguraron que ese viernes por la noche pudieron avistarse objetos voladores no identificados en las cercanías del banco visitante. Luego de que la cuestión se viralizara, Alejandro Moyano -ex fiscal general de la provincia y secretario de la comisión directiva de Belgrano- reconoció una agresión a Walter Quintero, el médico de Almirante Brown, y anunció la activación de un procedimiento interno para deslindar responsabilidades.

“Allegados” también fueron los que encendieron la chispa del bochornoso final en Sportivo Belgrano-Racing días atrás en San Francisco. Y también los que hostigaron y amenazaron a los jugadores y cuerpo técnico de su propio equipo, San Lorenzo, un par de fechas atrás en el Chateau. En fin…

Se lo escuché decir al “Negro” Pedro Marchetta, un sabio de nuestro fútbol: Algunos son tan pero tan pobres, que lo único que tienen es dinero.