Columna de opinión sobre la actualidad del Club Atlético Belgrano.
Por Claudio Bucci
La euforia estaba aún a flor de piel. Los abrazos y las palmadas en la espalda se confundían con los micrófonos, ávidos de declaraciones que definan el futuro de Alberdi. Y en ese torbellino de palabras estaban las de Luis Fabián Artime. El máximo goleador “Pirata” en torneos afistas, se había convertido minutos antes, en el nuevo presidente de Belgrano. Y en esa alegría y vorágine, el “Luifa” no dudó en declarar para quienes lo votaron y para los que no lo eligieron: “Vamos a salir campeones el año que viene”.
Más allá del error temporal (el Torneo es durante este año) el Luifa soltó una frase de esas que pueden ser definitorias para la vida política de un dirigente. Son esas que ponen la vara a determinadas alturas y Artime la puso bien alta. De todos modos, no solo fue palabras. A las pocas horas de haber sido electo, Alejandro Orfila era presentado como técnico Pirata. El uruguayo, de pasado reciente en Atlanta, era el elegido para lograr esos objetivos a los que apuntó Artime. Junto a Mauro Obolo, flamante Manager de la institución, se daba en el césped del Gigante, el primer paso para la travesía que el presidente ya le puso un objetivo final.
Y acto seguido, el entrenador se pudo a ordenar la casa. Y cuando uno empieza a ordenar, lo primero que hace es barrer. Y al entrenador no le tembló el pulso, para usar la escoba. En esos pasos dejaron el barco algunos refuerzos que nunca reforzaron el equipo, entre ellos Rivero, Techera y Estigarribia. También vieron la puerta de salida algunas de las promesas del club: Pardo, Rickemberg o Constantino, entre otros. Orfila se paró ante ellos y les dijo que los conocía por videos y que no serían parte del proyecto. Algunos levantaron la mano, sobre todo aquellos a los que Caruso Lombardi usó en posiciones que no eran las originales del jugador. Al fin y al cabo, el paso del mediático entrenador dejará más daños de los que se creía. Pero no solo los refuerzos que no rindieron o los pibes que no tuvieron chances de mostrarse fueron víctimas de la escoba. Uno de los pesos pesados o referentes del último tiempo en el Celeste también deja el club por la puerta de atrás: César Rigamonti. El arquero que alternó buenas con malas pero siempre fue referente. Le dijeron que no sería tenido en cuenta y casi al unísono, se cerraba el primer refuerzo y ese era el puesto a cubrir. Rigamonti habló de cumplir contrato (se vence en Junio) y que el tiempo dirá si le faltaron el respeto. El tiempo, es justamente lo que pone todo en su lugar.
Y justamente, son tiempos de cambio en Belgrano. El barco tiene nuevos conductores y le harán una lavada de cara para salir de travesía. Artime ya no juega de pantalones cortos y él ya no podrá marcar ese gol de arremetida que le de el campeonato y el ascenso a Belgrano. Ahora el Luifa, juega con los pantalones largos y su campeonato ya empezó a vivenciarlo. De sus decisiones dependerá que algún jugador pirata empuje la pelota a la red y le de la posibilidad al presidente de cumplir su promesa. Sí, ya no dependerá de él. En el área habrá otros nombres. Artime ya no hará goles, algo que nadie puede enseñarle a hacer. Pero lo que si podrá aprender Artime, es que una vez que las elecciones se llevaron a cabo, no hace falta declarar, como si estuvieras en campaña.