El Pirata incorporó muchos jugadores en distintas líneas del campo, pero ¿realmente fueron los jugadores indicados? ¿Los que estaban antes y no fueron tenidos más en cuenta, eran muy distintos de los que llegaron? ¿Sirve el cambiar por el solo hecho de cambiar? Los detalles en la nota.
Por Emiliano Etchechury.
Con la llegada de Nahuel Tesilla (defensor) y Dante Álvarez (lateral izquierdo proveniente de Brown de Madrid) se puso bajo la lupa la “calidad” y el “nombre” de cada uno de los jugadores que fueron llegando a este nuevo Belgrano que se viene en el 2021.
A estos dos nombres se le suman el de Daniel Sappa (arquero), Axel Ochoa (lateral izquierdo), Rodrigo González (lateral derecho), Tomás Asprea (media punta) y por último Juan Pablo Ruiz Gómez, delantero que viene de convertir un gol en dos años.
La primer pregunta que se hace el hinche de Belgrano es si los refuerzos son los indicados. A priori, y en base a lo plenamente estadístico (nada más ajustado a la realidad que ello), tenemos la presencia de un arquero que recibió más goles de los partidos que disputó, delanteros sin lugar ni llegada al gol en sus ex clubes, defensores que llegan con pocos partidos en los últimos años, entre otras dificultades y particularidades.
Tenemos la presencia de un arquero que recibió más goles de los partidos que disputó, delanteros sin lugar ni llegada al gol en sus ex clubes, defensores que llegan con pocos partidos en los últimos años, entre otras dificultades y particularidades.
Como un analista del Pirata no duda de que las estadísticas pueden fallar o pasar por alto y que alguno, varios o todos los jugadores que han llegado potencien a Belgrano para bien. Pero lo cierto es que la “jerarquía” a priori no aparece en los nombres mencionados. Por lo menos de la que el hincha medio celeste espera para poder concretar el sueño de ascender.
La segunda pregunta. En qué se diferencian los refuerzos que llegaron, con los jugadores que estaban antes en dichos lugares y que ahora no son más tenidos en cuenta. A simple vista no mucho, incluso el nivel de algunos jugadores que se fueron no ameritaban salidas tan bruscas o que sean borrados de un plumazo (Rigamonti, Pardo, Negri, Lugo, entre otros).
A esta falta de diferencias significativas entre lo nuevo y lo del ayer, los jugadores que llegan para reforzar tienen que pasar un proceso de adaptación que, en muchos casos, nunca se termina dando frente a las exigencias (institucionales y de popularidad) que se presentan en Belgrano.
Nunca se termina dando frente a las exigencias, institucionales y de popularidad, que se presentan en Belgrano.
La tercer pregunta. ¿Sirve cambiar por el solo hecho de cambiar? La respuesta es definitivamente no, o por lo menos no en esta magnitud. Si uno revisa equipos que han hecho depuraciones y contrataciones a mansalva, los resultados no han sido positivos. Por nombrar un equipo cercano a la realidad Pirata, el mismo Instituto lo ha hecho en muchas ocasiones. Nunca le sirvió y terminó generando una situación que se reflejó en un endeudamiento profundo para el club.
Lo cierto es que son tiempos de cambios en Belgrano. Más que de cambios, de cimbronazos que en caso de que se sigan dando de manera descontrolada y, como se dice en el barrio “al bardo”, no será fácil enderezar el barco que tanto se busca hacer para llevar al Pirata nuevamente a primera división.