Cuando la intolerancia le gana a la sensatez.
Una vez alguien me dijo “todo tiene que ver con todo” y si bien la frase se cumple la mayoría de las veces, hay otras veces que para que se cumpla, hay que forzarla demasiado. Es que, para entender los dichos de un periodista deportivo cordobés, para con una mujer del espectáculo, hay que forzarlo mucho. Es más, no lograremos entender sus dichos, sino al menos entender en qué contexto lo dijo. Entonces, un joven esquiador, hijo de una famosa modelo, con un desafortunado hecho social, será la relación entre el deporte y el espectáculo para servir de contexto.
Miguel Ángel Motta es un periodista de antaño. Dueño de su propia productora y quizás a nivel deportivo televisivo, de los más poderosos de estas tierras. Sus producciones siempre se vieron por los canales de aire y desde hace mucho tiempo ya, por El Doce. Supo Motta tener grandes productos como lo fue “Motores en Marcha” donde el periodista mejor se maneja, con los deportes motores. También fue quien puso al aire por dicho canal, la edición 1999 de la Copa Conmebol, que le dio a la provincia su único título internacional. Después de eso, navega con su ciclo “Deportes en Marcha” junto a un grupo de panelistas, que están atornillados en los medios cordobeses, escasos de méritos al menos, profesionales. Pero con gustos a otro lado, el tema no viene por ese lado.
El odio por, sobre todo
Un accidentado hecho social donde el hijo de Valeria Mazza fue golpeado a la salida de un boliche y tuvo que ser internado por lesiones. Esto llevó al reconocido programa de espectáculos porteño “intrusos” a realizarle una nota a la modelo. Para el hecho, quizás la nota podía resultar algo liviana y esta situación, más el hecho de que Tiziano es esquiador y representa al país en los Juegos de Invierno, llevó a Miguel Motta a destilar odio sobre la conductora del programa, Florencia de la V. “esta o este, no lo tengo muy claro” “no se bien si es hombre, o mujer” fueron algunos de los ataques del periodista, que lejos estaban de ser una crítica periodística a la conductora. Es más, si en los párrafos de arriba no usé la palabra “trans” no fie por error u omisión, sino porque creo que las etiquetas, no aportan nada. Señalan, discriminan, dañan, y solo porque una parte no piensa o siente igual. Y si esos pensamientos y sentires lo reflejan personas con poder mediático, solo le restan a un mundo que intenta lentamente avanzar.
Ser el productor te hace ser el dueño del programa, quizás sea la razón para que el resto del panel acompañen con un silencio cómplice. Alguna escueta respuesta a la afirmación de Motta de que “este sería un argentine” de forma burlesca, arrogante y homofóbica. Miguel Ángel Motta representa a un grupo de la sociedad intolerante, incapaz de ver los cambios y que llenos de odio los destila sin ponerse colorado. A diferencia de otros, Motta tiene aire en medio de comunicación y sienta precedentes, forma opinión y eso es más que grave. Al salir a hablar del tema, lo embarra aún más y no por desconocimiento, sino porque se cree con el poder de decirlo todo.
Poder no es sinónimo de grandeza. Poder no es sinónimo de ética, de moral. El poder no te hace buen comunicador, el poder no te hace buen periodista. Es más, se puede tener poder y entrar en decadencia, como lo fue en este y otros casos. Por suerte el mundo es de lo jóvenes y no le pertenece ya, a un grupo de viejos vinagres. Festejemos eso.