Cuando estudias Periodismo, intentan darte las herramientas para poder contar y explicar, lo que muchas veces es difícil y hasta imposible. Cuando tu función está en lo Deportivo, las herramientas son las mismas, pero estas más propenso a tener que explicar cosas que son imposibles de explicar. En este marco de cosas, quedará lo sucedido en las Eliminatorias Sudamericanas, entre Brasil y Argentina. La buena noticia para el periodismo, es que si corre la mirada de lo deportivo, habrá más chances de poder explicar lo que pasó.
El hecho de intentar comprender como una autoridad sanitaria, suspende un partido de fútbol a cinco minutos de haber arrancado, es el hecho imposible de explicar. Las autoridades sanitarias de San Pablo, intentaron dar sus razones, flojas de papeles. Aludir que el sábado por la noche descubrieron que los jugadores argentinos (Martínez, Lo Celso, Romero y Buendía) habían estado en Inglaterra dentro de los últimos días, es cuánto menos una falsedad. Todo el mundo lo sabía, al punto que Conmebol autorizó y FIFA apoyo a los jugadores que desobedecieron a la FA y viajaron a Venezuela. Que un problema administrativo, los hizo llegar tarde al hotel y por eso ingresaron a la cancha con el partido empezado, suena a mucho más que una desprolijidad, suena a puesta en escena.
Mientras todos intentaban entender, como se les permitió entrar a Brasil y como tardó tres días migraciones en darse cuenta que los jugadores argentinos, supuestamente, mintieron en su declaración jurada y debían ser deportados, después de estar entrenando en suelo carioca, es poco más inexplicable. Cuando todo el barullo no permitía una explicación lógica y aunque muchos periodistas se negaron a mirar para ese lado, el costado político apareció.
Primero fue Flavio Bolsonaro acusando a los argentinos de infringir la ley, pidiendo que sean sancionados y que la Policía Federal del Brasil, los investigue. Segundo fue el padre de la criatura, Jair Bolsonaro, uso sus redes para asegurar que los argentinos sabían que violaban la ley. Lo más gracioso, por no decir trágico, es que Bolsonaro se cansó de minimizar la Pandemia, llamándola “Gripezinhia” o acusando a los comunistas de inventarla. Hospitales colapsados, hospitales de campaña al lado del Maracaná, dónde igual se jugaban partidos, desprecio absolutos por las medidas sanitarias y hasta contagiado el propio Bolsonaro, se quitó el barbijo ante una periodista. El país al que nunca le importó la Pandemia, de pronto, estaba preocupado por las variantes europeas.
Algunos sospecharon que el estado de San Pablo, opositor a Bolsonaro, le hacía una jugada sucia. Pero el apoyo del presidente y sus hijos, hablan de que entre los gobiernos locales y nacionales, estaba todo planeado. ¿Que gana Bolsonaro con esto? ¿Tiene algún rédito político pensando en las elecciones del año próximo? La lógica diría que no. De todos modos, la democracia poco le interesa a Bolsonaro, quien se reclamé cada vez que en Brasil alguien habla de Golpe Cívico Militar, si el partido de Lula Da Silva vuelve al poder y con acciones como está, Jair le muestra a las Fuerzas Armadas que el podría tranquilamente, quien los guíe a la barbarie.
Está suele ser una columna deportiva. Pero lo que pasó en el Brasil y Argentina, tiene poco de deportivo, y solo se puede pensar en una explicación, si se ve el costado político.