Usar la excusa de que “no me informaste el CBU y por eso no te pude transferir” suena a la respuesta que le da, un conocido a otro. Digo conocido, porque entre pares, entre amigos, esas excusas no son válidas. Y si no lo son entre pares, tampoco lo son para clubes de fútbol, y más si uno de ellos, se considera entre los grandes del fútbol argentino. En esas excusas infantiles, está la relación entre Talleres y el Club Infantil Barrio Ituzaingó o sea el CIBI.
En el seno del CIBI nació futbolísticamente, Emanuel Reynoso. “Bebelo” se formó en el Aurinegro y pasó de chico a las inferiores albiazules. Reynoso debutó en Talleres, fue pieza de recambio en el ascenso y se consolidó en Primera de la mano de Kudelka. Tan trascendente fue su participación, que llamó la atención de los grandes del fútbol porteño. y fue así, que Reynoso cumplió un sueño y pasó a vestir la casaca de Boca Juniors.
El conflicto surgió porque Talleres nunca le pagó al CIBI, lo que le corresponde del pase, por haber forjado a Reynoso desde inferiores. Lo llamativo es, que Talleres no negó desde sus acciones, que estaba en falta. Le ofreció al CIBI, poner césped sintético en la cancha y hasta cambiar las luminarias, en un acto que recuerda los peores vicios del patriarcado. Claro, esos varones que le decían a las mujeres “No te doy la plata porque no sabes administrar, déjame que yo la manejo y te compro algo” acciones arcaicas que no corren por estos tiempos.
¿Porqué el CIBI no puede decidir que hacer con el dinero que le corresponde? ¿Quién es Talleres para decirle, ordenar o ejecutar las acciones que deba hacer el club de Barrio Ituzaingó? Claramente, Talleres no es nadie para entrometerse en esos menesteres.
Increíblemente, el pequeño club de la Liga Cordobesa, terminó reclamando ante el TAS. Si, en el ¡TAS! un tribunal deportivo internacional. El CIBI corre con los gastos, no menores, de los honorarios del abogado que los representó en Zurich. El tribunal falló a favor del CIBI y Talleres debe abonar 900 mil dólares, que convierten a un humilde Club, casi en millonario. Desde esa sentencia para acá, Talleres encontró una y mil excusas para no pagar. Tantas como usted se imagine y de allí nació la famosa “El CIBI no informó el CBU para que podamos transferir” prácticamente, un chiste.
El pomposo Talleres de Fassi, aquel de las gestiones profesionales, aquel que funciona como una empresa, aquel que es el Goliat del fútbol del interior, se comporta de manera despectiva con los clubes formadores de talento. Mientras la T vende jugadores a Estados Unidos o Francia, el CIBI espera por lo que le corresponde y hasta parece suplicar por lo que es suyo. Mucho profesionalismo, mucha empresa, pero Talleres se olvidó que las deudas se honran. Como para mostrar que las gestiones privadas, no son tan honradas como te las cuentan….