Boxeo
Campeonas las dos
artes a la hora de comer y las pibas esperan para la nota pautada. El cronista es puntual aunque llega un poco más tarde que ellas. Dayana y Leonela están juntas como siempre. De calza, buzo y zapatillas esperan terminar la entrevista para empezar su primer entrenamiento, luego de la consagración en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Por Arturo Jaimez Lucchetta
Es martes a la hora de comer y las pibas esperan para la nota pautada. El cronista es puntual aunque llega un poco más tarde que ellas. Dayana y Leonela están juntas como siempre. De calza, buzo y zapatillas esperan terminar la entrevista para empezar su primer entrenamiento, luego de la consagración en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
Las conozco desde que estaban en brazos de su mamá. “No me acuerdo”, responde Day, un uppercut que pone en caja la vanidad del periodista. Después amable, aclara que igual es un gusto el reencuentro. Como buena hermana mayor, que recibió los golpes mas duros de la vida, no se fía de arranque, se va soltando de a poco, como un round de estudios.
“Estoy muy contenta de este reencuentro. Aunque no recuerde lo que me contás, seguro que mi mamá me va a hablar de eso”, agradece y pone proa a una charla que interrumpe la vuelta al trabajo del gimnasio.
No hay preguntas preestablecidas, no hay libreto y eso descontractura. El diálogo es sincero y huele a cuero de guante. A humedad de vendaje. Comenzar por el principio es bueno para romper el hielo:
“Empezamos con mi papá, pero después por situaciones que se dan, conocimos a Virgilio (Arauz) y comenzamos a trabajar con él. El nombre de Víctor Hugo Sánchez no surge en la charla, pero Leonela lo cita al pasar. Su recuerdo flota en una atmósfera que pone distancia de Jab y sugiere dar vuelta la página. El periodista sabe que no hay que profundizar, pero no puede con su genio y lo trae de nuevo: “Sos la más parecida al Hugo”. Ella sonríe y no responde.
Leonela se ríe. Se ríe mucho. No mide ni un centímetro sus ratos de alegría. Cómo no mide su amor y admiración por Dayana: “Yo tengo mi ejemplo en casa, no necesito andar buscando tan lejos. Mi horizonte es ella, Day es el espejo en que quiero mirarme”.
Siempre juntas, parecen mellizas aunque Day le lleve un par de años a Leo. No se olvidan de su hermana menor a la que obviamente aman con la misma intensidad, pero está claro que la complicidad del ring y la cercanía etérea e ideológica las hace inseparables. Siamesas.
Les duele el golpe dado a la otra, les palpita el corazón de la otra. La vida es la otra. “Cuando vi a Leonela en lo más alto del podio, mientras se izaba la bandera y sonaba el himno nacional argentino sentí que era el día más feliz de mi vida. Una mezcla de emoción y admiración que nunca había sentido”, cuenta la mayor de las Sánchez. “Me puse más nerviosa en la pelea de Dayana que en las peleas mías. En la final estaba muy segura y no me sentía tan tensa, pero cuando pelea mi hermana me pongo muy ansiosa” contesta la menor.
Así en la vida como en el ring Dayana y Leonela, son buenas. Más allá de la plata o el oro, vil metal, ellas piensan de qué manera ayudar a las personas que lo necesitan. Se asombran de que los vecinos del barrio les toquen la puerta para hablar con ellas.
Day es plata gaucha. Sabe que una gauchada vale más que un préstamo. Entre mate y mate con su mama que “es todo”, le abre a la gente que quiere compartir este momento único. “Tenemos muchos conocidos, pero no tenemos amigos. Somos muy nosotras”.
Leonela es oro de minero, que duele y que esperanza. Así como ríe, se sacrifica en el gimnasio y lo mitiga en un abrazo con su compañero Héctor Sarmiento, una influencia positiva para afrontar con disciplina este camino. Sin militancia feminista, asegura que “todos somos iguales, no importa lo que dicen quienes se oponen al boxeo femenino, yo me dedico al boxeo y nada mas”.
Con la cabeza puesta en el mundial de octubre y el preolímpico de abril de 2020, pero con el corazón en Córdoba, las Sánchez, piensan, sienten y hacen juntas. Tienen sus singularidades, claro; Leo quiere ser campeona del mundo profesional y Day prefiere quedarse en el amateurismo. La menor piensa estudiar un profesorado y la más grande prefiere algún oficio ligado a la estética.
Sin tiempo para bailes y otras licencias que la juventud prefiere, Dayana y Leonela votan por el deporte de alto rendimiento y sus obligatorios sacrificios. Con pasión y con razón, van a la conquista olímpica, convencidas de que Córdoba es su lugar en el mundo.

Jóvenes pugilistas de Córdoba formaron parte del Campeonato de nuevos valores.
Se destaca la presencia del oriundo de San Francisco, Agustín Paredes. El boxeador de 19 años (categoría hasta 69 Kg.), tuvo una buena performance en el desarrollo del torneo, que en cuartos de final lo puso cara a cara con Marcos Castro, en fallo unánime ganó por puntos en tres asaltos.
Luego en semifinales se midió con Mayco Rosales, quien lo superó por puntos, en una decisión que no dejó conforme al rincón de Paredes. Más allá de haber quedado al margen de la definición del certamen, el púgil valoró la experiencia que se le brinda a quienes inician en la actividad.
“Después de tres años entrenando en el gimnasio, se dio la posibilidad del debut y eso es lo más importante. Estoy muy agradecido a Patricio Montenegro que es mi técnico, a mi compañero Richard Núñez y a toda la gente que me ha ayudado para poder subir al ring de la mejor manera”
Agustín Paredes
El boxeador cordobés terminó el secundario y decidió volcarse de lleno a este deporte. “Fui descubriendo el boxeo y hoy siento que es mi lugar. Como profesionales siempre me gustó el estilo de Maravilla Martinez y Floyd Mayweather, pero mi más claro ejemplo como boxeador, persona y deportista disciplinado, es mi compañero Máximo Núñez, de quien aprendo algo nuevo todos los días” destacó.
Finalmente dedicó un párrafo especial para el gremio Asociación Trabajadores del Estado (ATE). “El gremio ATE fue el único que se acercó desinteresadamente a darme una mano y eso fue muy importante para mí, porque para un boxeador que recién comienza es muy difícil. Ellos me apoyaron en todo el torneo y fue un orgullo poder representarlos” cerró.
En este mes de noviembre se desarrollará en el Gimnasio de Asociación Civil de Técnicos de Boxeo de la Provincia de Córdoba, la última reunión boxística para definir a los ganadores de cada una de las categorías.

Brian Castaño fue derrotado por Jermell Charlo en Los Ángeles. El décimo round fue el fin de las ilusiones para el argentino.
El bonaerense Brian Castaño perdió su título mundial y revocó su invicto profesional en el Dignity Health Sports Park de Carson California. Jermell Charlo lo noqueó en el décimo round tras dos combinaciones letales y se consagró como el máximo campeón unificado superwelter, acumulando cuatro cinturones de primera línea: Organización Mundial de Boxeo (OMB), Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Federación Internacional de Boxeo (FIB) y Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
La campana diez todavía resuena. El Argentino dominó el centro del cuadrilátero, pero el estadounidense jugó a la calesita yendo de aquí para allá por la cuerdas. Los golpes decisivos fueron en primer lugar un uppercut derecho colocado a la altura del pecho, que se potenció con un cross por el flanco izquierdo y la rodilla del Boxi tocó el piso. Jerry Cantú abrió el conteo y le dio una segunda oportunidad a Castaño.
Tras levantarse y respirar profundo, Jermell inició la combinación que dio el punto final al combate. Desde el centro al rincón neutral fueron cuatro golpes de traslado, izquierda, derecha, izquierda como dicen las órdenes de desfile y un último impacto al hígado para rematar. El tercer golpe fue un Jab de zurda que hizo temblar la cabeza del argentino y no hubo vuelta atrás.
Veníamos viendo una pelea medida, calma, sin mucho lujo y sin golpes de potencia. En el comentario surgió “cantidad no es calidad” y eso fue el punto clave que determinó el resultado. El Boxi vino con una preparación menor a Iron Man, se notó claramente luego del sexto round. Ahora a “hacer los deberes” dijo el relator y mandó al argentino a comenzar nuevamente.
La palabra de Brian Castaño tras la derrota contra Jermell Charlo:
“Lamentablemente me enganchó en un momento donde me confié, entró justo una mano. Mi esquina me gritaba cubrite bien, trata de no bajar las manos, pero cuando se mueven para todos lados hay que meter presión, bien cubierto. Me toco ir al piso, a la lona, no me pude recuperar, se dio como se dio. Intenté no defraudar a la gente, dar espectáculo, lamentablemente se tuvo que dar así, son cosas que pasan, este deporte es así, un deporte duro. Gracias a toda la gente que me hizo el aguante, estoy un poco desilusionado por mi performance, le mando un abrazo grande a todos los argentinos, todos los latinos, la próxima saldremos con la victoria”.

Narváez, un apellido que pega fuerte en la historia deportiva a nivel mundial.
Transmisión de pasiones. De padre a hijo, la tradición pugilística se ha hecho sangre. Omar Narváez, campeón del mundo en categoría Mosca y Súper Mosca consagrado con 29 defensas exitosas, es el actual entrenador de la delegación Argentina de boxeo. Entre sus pupilos se divisa al joven Junior, su hijo, que busca continuar con la herencia deportiva.

Junior Narváez debutó en los III Juegos Sudamericanos de la Juventud este jueves en el ring dispuesto en el pabellón C de La Rural. La categoría 49-52 kg es un peso que permite lucir la agilidad, velocidad y técnica fina de los deportistas. Si bien el combate se plateó con mucha avidez, el hijo del “Huracán” perdió ante el colombiano Miguel Ospina por cuartos de final y no pudo avanzar a semis.
En la esquina del cuadrilátero, al sonar la campana, el rincón no solo tenía el consejo estratégico sino que remitía a casa. Aunque la relación fuera del hogar es de deportista y entrenador siempre los unirá el gen. Sin embargo, Omar y Junior decidieron transitar juntos esta nueva etapa.
De generación en generación la pasión y el talento pisan firme. El legado familiar esta presente para ajustar los cordones de los guantes y generar muchas expectativas a futuro. El joven de 17 años eligió recorrer su camino por el boxeo como su padre y se plantó con orgullo vistiendo de celeste y blanco.
El campeón mundial comenzó a trabajar con la selección al finalizar su carrera deportiva competitiva, hace ya tres años. Omar fue olímpico en Atlanta 1996 y Sydney 2000. Junior, dio inicio a sus participaciones en eventos multidisciplinarios en Rosario 2022. Tal vez a futuro se repita la convocatoria para formar parte de una nueva delegación argentina. Poder acompañarse mutuamente genera ilusiones y este fue un gran comienzo.