El cambio de camiseta, la original estrategia para ganar un superclásico.
En la semana previa se habló más de eso que del partido mismo: el inédito look alternativo que eligió Boca Juniors para jugar el clásico ante River Plate en el Monumental. Con el resultado puesto, no son pocos los que le atribuyeron al amarillo xeneize más influencia que la desinteligencia entre González Pirez y Armani o la insistencia del colombiano Sebastián Villa.
“¿Les queda alguna duda que el color de la camiseta es un tema de marketing?”. Como en sus tiempos de recio zaguero, “el Patrón” Jorge Bermúdez salió rápido a tratar de romper el juego apenas el tema se instaló en la raquítica agenda de los medios más fuertes. En paralelo a la versión oficial del Consejo de Fútbol, desde el entorno de Juan Román Riquelme – el estratega del club- surgió una explicación un poco más romántica.
El relato aludió a la polémica que le sucedió a la imposición del cambio de pantalón para Boca en la final de la Libertadores 2007 contra Gremio, y una frase de Román en el vestuario del Estadio Olímpico de Porto Alegre: “No hagamos tanto lío y usemos los amarillos, que vamos a ganar igual”. El resto de la historia ya se conoce: triunfo 2-0 con dos goles del “10” y un nuevo trofeo internacional para las vitrinas del club de la Ribera.
Del color al que el mundillo del espectáculo le atribuye una mala influencia ya se había vestido Riquelme en el Villarreal, liderando aquel equipo de principios del Siglo XXI que logró un histórico tercer puesto en la Liga española, ganó la Copa Intertoto y fue semifinalista de la Champions.
Páginas amarillas
Aclarando para que oscureciera más, otros exégetas del mundo boquense, más pragmáticos ellos, recordaron un antecedente bien inmediato: la victoria ante Estudiantes de La Plata de un par de fechas atrás, cuando la continuidad del DT Sebastián Battaglia parecía pender de un hilo. En ese partido, Boca había optado por el uniforme que había despreciado el técnico Juan Carlos Lorenzo, y reemplazado por un improvisado blanco de outlet, cuando el sorteo lo obligó a cambiar el azul y oro para el desempate ante Cruzeiro por la Libertadores de 1977 en Montevideo.
Cabulero como pocos, “el Toto” creía saber bien de qué se trataba: de amarillo se había vestido Boca en la derrota previa en Belo Horizonte en aquella definición de hace 45 años y de amarillo se había vestido Argentina en Suecia 1958, el Mundial anterior a los dos que lo tuvieron como protagonista en el banco del seleccionado argentino, el del famoso “desastre”. En el caso del equipo de la AFA fue la similitud con la camiseta de Alemania, en los tiempos de la TV en blanco y negro, lo que lo obligó a enfundarse con la casaca del IFK Malmö, un club de la Segunda sueca.
Por estos lares, Talleres, Instituto y Racing también lucieron alguna vez adentro de una cancha la tonalidad que, según la leyenda, provocó la desgracia del actor, poeta y dramaturgo francés Molieré en su última actuación pública, en 1673. Molieré se llamaba el restaurante de San Telmo que regenteaba Carlos Granero en los no tan lejanos tiempos de la post- quiebra en los que se rebautizó a Talleres como Ateliers. Ni necesidad de llamar a la mala suerte.
Después tomaría la posta Carlos Ahumada, el enigmático personaje que le impuso al Albiazul la camiseta verde esmeralda del León mejicano e hizo regresar al DT Humbertito Grondona junto a su asesor de cabecera: el Pái Leoncio.
Extraños refuerzos
Leoncio desembarcó por primera vez en Córdoba en el verano del ‘93, cuando “Grondonita”, el primogénito del entonces presidente de la AFA, fue contratado para tratar de evitar que la “T” chocara contra el iceberg del descenso. Terminaría siendo lo más parecido a un violinista del Titanic.
En las canchas aledañas al aeropuerto Ambrosio Taravella, antes de cada sesión de entrenamiento, el hombre de gesto adusto, test morena, barba candado y colita en el pelo repetía el ritual de quemar los diarios y revistas deportivas, para alejar “las malas vibras” que, según su leal saber y entender, la prensa le tiraba al conjunto de barrio Jardín. Después sugeriría el apartamiento de “Paco” Cabasés, el histórico intendente del club, quien le había descubierto cada uno de los trucos que desplegó en un acting de ilusionismo que llevó adelante en La Boutique de barrio Jardín.
Por Alberdi no se quedaban atrás en aquellos tiempos. En la temporada 1990/91 Belgrano llegó a buen puerto con el ascenso a Primera División, pero tuvo que superar varias turbulencias. En un momento en que las influencias de técnicos y jugadores parecían no ser suficientes, la dirigencia decidió que entrara a jugar Teresita, una parapsicóloga que ayudaría a “destrabar” al equipo. El diagnóstico de la mujer fue contundente: había que sacar de las tribunas las clásicas banderas piratas (fondo negro e imágenes blancas) que suelen adornar las tribunas del Gigante. Según decía, las imágenes de las calaveras eran una suerte de pelotazo en contra.
¿Cómo llegamos hasta acá? ¡Ah! Resulta que, después de tantas idas y vueltas, ahora parece ser que el cambio de look de los muchachos boquenses formó parte de la “limpieza energética” que hizo de un Chamán. Sorprendente, pero nada nuevo. De este palo era “el Brujo Manuel”, el gurú platense al que Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA, le atribuyó tanta o más que influencia que Lionel Messi en la alta victoria ante Ecuador que posibilitó la angustiosa clasificación a Rusia 2018. Messi hizo los tres goles, uno mejor que otro, pero hay quienes todavía creen que las asistencias de Manuel fueron lo mejor de aquella noche en Quito, ante un rival vestido de amarillo y plagado de juveniles. Muy verde.
Que los hay, los hay. Brujos, videntes, pitonisas, dirigentes desesperados y entrenadores dispuestos a todos con tal de no perder. Una tentación para los buscadores de títulos llamativos, forzados o exagerados, los jugadores de la llamada “prensa amarilla”. Más vieja que el fútbol mismo y antepasado de las fake news. Todo sea por un clic, que no es más que un triste empate.
De Pekin 2008 a Paris 2024, experiencias que no son las mimas pero que están bañadas en oro. Juan Curuchet y José Torres están unidos por el deporte sobre dos ruedas. Aunque son diferentes diciplinas ambos tuvieron la posibilidad de vivir las Olimpiadas desde adentro y escuchar el himno en lo más alto del podio.
En esta ocasión el apoyo de Curuchet, junto a otros medallistas argentinos como Santiago Lange y Paula Pareto, fueron clave para la delegación argentina. Una vez retirados del alto rendimiento, los atletas, trabajan unidos para trasmitir el legado y mejorar las condiciones del deporte olímpico.
“El – José Torres – me dijo medalla o yeso”
¿Como viviste los Juegos Olímpicos desde adentro?
En particular en este juego, comparado con los otros que estuviste, como lo viste?
“De los 9 Juegos Olímpicos que estuve este no me gustó, por lo que sienten los atletas”
Te vimos acompañando a “Maligno” Torres, ¿como fue el momento de la final?
Se está cerrando un ciclo de varios deportistas, sobre todo en los deportes grupales. ¿Como crees que impacte el recambio, que crees que se venga para la delegación?
¿Que crees que te enseño el deporte y que le dejaste vos a tu diciplina?
¿Como ves la financiación/organización del deporte actualmente y la factibilidad de desarrollar una carrera deportiva en el país?
“Todos los dirigentes tendremos y tendrán que luchar porque nuestros atletas tengan las cosas para cumplir sus sueños. Que cuando vos estés frente a un rival la diferencia sea que el otro sea mejor y no porque tenga mejor infraestructura”
La despedida de “Los Pumas” de los Juegos Olímpicos estuvo cargada de emociones. Gastón Revol, emblema del equipo, jugó su ultimo partido vistiendo la albiceleste tras una larga trayectoria. El jugador cordobés estuvo presente en tres olimpiadas y fue medallista de bronce en Tokio 2020+1. Además presenció más de 100 fechas del circuito Seven teniendo grandes actuaciones; con lo cual su salida no significa una solo despedida, sino que se convierte en un antes y un después en la selección de rugby argentina.
“Ya no tenia más nada para darle al equipo, porque no tenia más energía. Fueron muchos años, mucho tiempo, mucha energía puesta en este equipo”