Llegó el gran día. La Primera Nacional pondrá en escena, la gran final que se presagiaba, desde que el torneo comenzó. Claro, Barracas Central era el caballo del comisario y Tigre uno de los presupuestos más altos de la categoría y al que siempre acompaña, el velo de Sergio Massa. Con todos esos antecedentes, no era raro pensar allá en el amanecer del torneo, que era una de las posibilidades para la final. Si a eso se le suma, que estaban en grupos diferentes, las apuestas eran más certeras. Ambos llegan cumpliendo los presagios en cancha, aunque está afirmación, sea muy ambigua y muy distinta, para comparar a los finalistas.
Tigre llega desplegando el mejor fútbol de la categoría. El equipo de Diego Martínez juega bien, tiene hombres importantes y a Pablo Magnin, el goleador de la categoría. Por estos lares, pensar en Tigre, es pensar en los cruces con Belgrano. Quizás allá sido los encuentros con el pirata, de lo más flojos, sobretodo el disputado en Victoria, con muy poco de lo que el Matador, mostró en otros juegos.
En el caso de Barracas, llegó envuelto en todo tipos de polémicas y especulaciones. El equipo de De Paoli contó con un sin fin de fallos favorables, hasta rozando lo vergonzoso. Tal es así, que es imposible poner en limpio las cualidades del Guapo, que las debe tener, pero el nombre de Tapia, Claudio no Iván, aparecen apenas se intenta escribir alguna línea. Si pensamos en los cruces con Instituto, peor es la imagen del albirojo. Penal inexistente cuando la Gloria fue visita, penales no cobrados cuando el Guapo pasó por Alta Córdoba. En fin, todos saben que Barracas llegó a la final, más por méritos de afuera que por los de adentro del rectángulo de juego.
Nadie quiere amedrentar al árbitro. Se espera de el, una noche donde su actuación roce lo brillante y casi no se cruce con el error. Nada más, ni nada menos. Barracas puede llegar a ascender sin la ayuda del árbitro, al fin y al cabo esto es fútbol. Pero nadie podrá obviar que llegó ahí, por un sin fin de fallos. Pero para que todo lo pasado quede en la nada, no es necesario que Barracas tenga el partido perfecto. Es necesario que Lousteau tenga un partido perfecto. Pero más allá de que eso pase, que el árbol no tape el bosque, porque el bosque de esta Primera Nacional, le hizo mucho daño al fútbol.