Después de más de 18 meses de vacío existencial, el público volvió a las gradas.
Con el plan de vacunación avanzado y el pedido a gritos de la sociedad, para que la economía se encienda con aperturas y flexibilización, el ministerio correspondiente le dió via libre al fútbol. Entonces, se trabajó contra reloj para que junto al DNU de las nuevas medidas sanitarias, se formalizara la vuelta de los hinchas. Allí se pensó en el protocolo, con barbijo, distancia, al menos una dosis de vacuna y…..el aforo.
Entonces se decidió que el aforo para los eventos deportivos sea del 50% de la capacidad de cada estadio. De esa manera, toda la semana se fueron sacando cálculos de cuántas personas ingresaran a cada partido. El cálculo lo hizo el periodismo, pero también los dirigentes de cada club. Se juntaron con los organismos de seguridad correspondientes a cada jurisdicción y pusieron manos a la obra. Hay que aclarar que fue River el que levantó la mano y pidió llevar el aforo a un 70% pero obtuvo, la negativa del Matías Lammens. Entonces estaba todo listo para que desde el 1 de Octubre, el 50% de cada estadio estuviera ocupado por socios o hinchas, dependiendo de cada club.
Pero somos Argentina y las reglas están hechas para romperse, según nuestro propio ADN obviamente. En la Liga Profesional fue Aldosivi y Unión quien dio el puntapié inicial. Claro, estadio grande y siendo el tiburón un equipo de no gran convocatoria, pasó algo desapercibido. Pero en Córdoba, tuvimos el regreso de Belgrano y allí, no quedo dudas. Lejos estuvo el Gigante de recibir al 50% de sus hinchas y por el contrario, el estadio se vio casi colmado como en las mejores épocas. ¿Se desbordó de gente y hubo descontrol para ingresar? ¿Hubo entradas falsas que colapsaron el estadio? No, para nada. El club prolijamente organizó y le abrió el ingreso a 25 mil hinchas, excediendo claramente las 16 mil personas que debieron ir. Belgrano en este caso, rompió las reglas claramente y las imágenes no mienten. Claro, que no fue el único, todo el que pudo lo hizo y el fútbol argentino, tenía algo más que regalarnos todavía.
El Superclásico se ve en todo el mundo. Los ojos del fútbol se pone en ese partido. River recibía a Boca y debía tener su estadio a la mitad de su capacidad. Pero ¿Se acuerdan del pedido de River? Parece que a Donofrio y los suyos, poco le importó el NO del Ministerio de Deportes de la Nación y el Monumental lució repleto por más de 50 mil personas, o sea cerca del 70% de aforo. ¿Para que tanto trabajo, protocolo y recomendaciones? Parece poco probable que si no se respeto el aforo, se haya controlado el uso de barbijo o la dosis de la vacuna. Los clubes, que dependen de la Liga Profesional y está a su vez de AFA, hicieron lo que quisieron, una vez más, rompiendo todas las reglas, normas y disposiciones. No hubo desbordes para ir a la cancha, se rompieron reglas deliberadamente y no fueron ni los hinchas, ni los socios, ni la barra. Fueron los dirigentes.
Una vez más, el fútbol argentino es un mal ejemplo. Tuvo la oportunidad de demostrar que algo en Pandemia se aprendió, pero no lo hizo. De está no salimos mejores, estamos iguales o peores, ya que ni por salud, ni por disposición del Gobierno Nacional, el fútbol cumple con las reglas. Y algunos sueñan todavía con Fair Play financiero y reglas claras. Antes que lograr eso, es más fácil aceptar que el Fútbol, no tiene reglas. Al menos, en nuestro bendito país y con nuestros benditos dirigentes, que mostraron la hilacha, una vez más.
Fotografía de Twitter (Nahuel Talutis)