Columna de opinión de Arturo Jaimez Lucchetta
Cualquier excusa es buena para evitar el análisis futbolístico. “El fantasma de Ricardo Zielinski siempre asustando a River, como en aquella fatídica final contra Belgrano”. Con ese reduccionismo basta. Con jugar a una oración del pasado y soslayar todas las páginas sepia de la rica historia de Estudiantes, alcanza.
Como si Él Pincha le hubiera ganado a River por primera vez. Como si Zubeldia, Bilardo, Madero, Sabella, Trobbiani y Palermo fueran solo la cara de las figuritas de un álbum deshojado.
Y no es que uno caiga en el odio panzeriano por los directores técnicos, porque la táctica y la estrategia, ya se encargaron, hace rato de enterrar el concepto obsoleto de Don Dante y su “Dinamica de lo Impensado”. Es simplemente, poner en valor el juego. Poner a Olave atajando el fatídico penal y a Farre fusilando el último sueño Millonario.
Pensar que Zielinski fue el único pintor de la mancha que más le duele a River, es también mancillar a los próceres de Belgrano, tanto como a los protagonistas de aquella gesta inesperada.
River no descendió por el Ruso, descendió por una multicausalidad aprovechada por el DT y sus jugadores. Así el plafón de Tocalli Cuéllar, Laciar, Heredia, Cos y Syeyyguil, saltando en trampolín con Olave, Farre, Vazquez, Mansanelli, Pereyra y compañía se deslizaron sobre el peor momento futbolístico e institucional de un River fundido, incendiado y enemistado con su mística de canteranos y vueltas olímpicas
Así son las cosas. No hay héroes solitarios ni asuntos esotéricos. Hay causas y azares que se forjan colectivamente.
Estudiantes le ganó a River como varias veces a lo largo de casi un siglo de fútbol argentino y Ricardo Zielinski habrá elegido bien sus futbolistas y les habrá hecho indicaciones pristinas, pero a los goles del León, los hicieron Diaz y Noguera..