El formoseño Javier Espinoza le hizo un gol al Sevilla de Diego Maradona y Carlos Bilardo en el único partido que jugó en la primera de Boca Juniors. Fue hace tres décadas, el 12 de octubre de 1992, en el viejo Chateau. “Es un recuerdo inolvidable que llevo en el corazón”, asegura el exjugador. Un eslabón perdido del historial del fútbol de Córdoba.
Javier Ramón Espinoza tuvo su cuarto de hora en el fútbol. Literal. Los 17 minutos que jugó en el Estadio Córdoba el 12 de octubre de 1992 marcaron su debut y despedida de la primera de Boca Juniors. Y en el medio, un gol. El único que convirtió con la camiseta azul y oro, y cuyo video guarda como un tesoro en su teléfono celular. Aunque fue armado de apuro, aquel amistoso de lunes feriado no fue un partido cualquiera: al frente del equipo de la Ribera porteña estaba el Sevilla, con Diego Armando Maradona en la cancha y Carlos Salvador Bilardo como entrenador. Ni más ni menos.
Espinoza tenía 19 años y llevaba tres temporadas en las inferiores del Xeneize, donde había llegado a probarse desde su Formosa natal. “Ese día se armaron seis equipos y sólo quedamos dos jugadores. El otro fue Raúl Garay, el papá del actual capitán de la reserva de Vélez, que se llama Rodrigo”, recuerda “el Osito” sobre su primer día en La Candela. Cuenta que llegó siendo delantero y que fue Osvaldo “Patota” Potente, destacado número “10” del Boca de los ’70, quien lo transformó en “cuarto volante”.
Aunque ya pasaron tres décadas, Espinoza recuerda como si fuera hoy el día en que el DT Oscar Washington Tabarez les avisó a él y a otros juveniles que tendrían la chance de debutar en el equipo principal de Boca enfrentando en ‘el Chateau’ al flamante club del astro del seleccionado argentino. “Después de un entrenamiento, ‘el Maestro’ nos dijo que tendríamos la posibilidad de mostrarnos en un partido que iba a ser visto por todo el mundo. Fue algo muy lindo y emocionante, y en mi caso una gran alegría familiar”, relata. “Esa semana justo habían estado mis viejos en Buenos Aires, porque cumplía años la tía con la que yo vivía”, añade.
“Fue un momento increíble: el viaje en avión, el hotel… Nunca me olvido que la noche anterior al partido estábamos de sobremesa y lo veíamos a Diego andar por el hall, con un montón de gente atrás de él. Para nosotros, tenerlo ahí, a simple vista, era una locura”, rememora. “En la concentración ni se me ocurrió acercarme a Maradona. Al otro día, en la cancha, sí pude saludarlo al final del partido; y para mí eso fue muchísimo”, subraya.
Rodolfo Arruabarrena, Horacio Acosta, Fabio Talarico, Gastón Barroso y otro formoseño, Aldo Paredes, completaron la lista de debutantes de Boca en aquel encuentro que Sevilla ganó 3-1 y que tuvo como figura a Davor Suker, quien luego brillaría en Real Madrid y sería goleador del Mundial de Francia ’98. El croata es el presidente de la federación de fútbol de su país.
Espinoza ingresó a los 28 minutos del segundo tiempo, en reemplazo del cordobés Claudio Benetti, y cuatro minutos más tarde, luego de una pared con el brasileño Charles, anotó el gol del transitorio 1-2. “Traté de estar lo más tranquilo posible y de hacer mi juego. ‘El Maestro’ ya nos había dicho que el espectáculo era Diego y que nosotros teníamos que disfrutar”, cuenta quien aquella tarde vistió la camiseta “16” y en sus contadas intervenciones logró aportarle frescura y precisión al ataque boquense. Dos días después fue testigo de la revancha entre Boca y el elenco andaluz, que tuvo como escenario La Bombonera. “Lo vi desde la tribuna, como hincha”, dice.
El día después
Luego de aquel debut contra Sevilla, Espinoza permaneció un año más en Boca. Integró el banco de suplentes en un partido ante Independiente (1-1) que se jugó el 16 de mayo de 1993 en Avellaneda, por la 15° fecha del Torneo Clausura y con Potente como DT interino tras la renuncia de Tabarez. “Estaban dadas todas las condiciones para que entrara a jugar, pero el partido se complicó por la expulsión de (Carlos) Mac Allister”, rememora el formoseño. “Después asumió como entrenador Jorge Habegger y me bajaron a la reserva. Ahí estaba de técnico Enrique Hrabina, quien no me dio lugar en el equipo”, explica. “Él fue muy directo conmigo: me dijo que no era un jugador de las características que buscaba y que era muy petiso”, comenta.
Lo que vino después fue una temporada a préstamo en Dock Sud; un año en Santa Lucía, equipo de la Liga de San Pedro; una participación con San Martín de Formosa en el Torneo Regional, donde tuvo como rivales a General Paz Juniors y Estudiantes de Río Cuarto; y casi dos años en Cultural Argentino de La Pampa, viviendo en las instalaciones del club. Hasta el regreso definitivo a su provincia, donde vistió las camisetas de 1° de Mayo, Sargento Rivarola y Sportivo Patria, el conjunto se sus comienzos. Allí se retiró en 2007 para dedicarse a jugar al fútbol de salón.
Javier tiene 49 años y es empleado del Ministerio de Cultura y Educación de Formosa. Trabaja en la Junta de Clasificación junto a sus dos hermanos varones, Cristian Ariel y Juan Gabriel, quien llegó a formar parte de la reserva de Boca en los primeros tiempos de Maradona con la azul y oro. A su idilio con la pelota lo mantiene jugando en Cachito, cuadro de futsal que se identifica con el apodo de su padre, y en un campeonato Senior: “Ahí mi equipo se llama San Luis Rey y lo integramos los mismos compañeros con los que jugábamos en infantiles cuando teníamos siete años”, destaca.
“Si hubiera estado mejor asesorado, tal vez podría haber surgido un poquito más. Pero estoy tranquilo con lo hice y me siento bien como estoy y donde estoy”, sostiene al hacer un balance de su carrera. “A mis viejos, Eustasio y Patricia, pude darles en vida la satisfacción de ver a su hijo jugando en la primera de Boca, el club del que toda la familia es hincha”, señala.
“En Formosa los de Boca estamos agrandadísimos, porque venimos punteros y además tenemos de director técnico a Hugo Ibarra, que es de acá”, afirma Espinoza. Cuenta que no se pierde partido del elenco xeneize y que hasta tiene sus cábalas y su “lugar especial” para ver los partidos en la casa que comparte con su esposa Andrea y su hijo Axel. “El fútbol que se juega en la actualidad no me gusta tanto, pero lo importante es el campeonato. Los triunfos siempre tapan todo”, reflexiona.
Cuenta que nunca volvió al ‘Chateau’ (“tengo pendiente un viaje a Córdoba y una visita al estadio”, apunta) y que cada tanto repasa el video del Boca- Sevilla que jugó en 1992. “Mi hijo se los muestra a los profesores y compañeros del secundario, y les cuenta que hice un gol”, revela. “Aquello fue algo muy lindo. Un recuerdo que me quedó en el corazón”, enfatiza. “Muchas gracias por la nota, me sorprendió y me emocionó”, concluye.
De Pekin 2008 a Paris 2024, experiencias que no son las mimas pero que están bañadas en oro. Juan Curuchet y José Torres están unidos por el deporte sobre dos ruedas. Aunque son diferentes diciplinas ambos tuvieron la posibilidad de vivir las Olimpiadas desde adentro y escuchar el himno en lo más alto del podio.
En esta ocasión el apoyo de Curuchet, junto a otros medallistas argentinos como Santiago Lange y Paula Pareto, fueron clave para la delegación argentina. Una vez retirados del alto rendimiento, los atletas, trabajan unidos para trasmitir el legado y mejorar las condiciones del deporte olímpico.
“El – José Torres – me dijo medalla o yeso”
¿Como viviste los Juegos Olímpicos desde adentro?
En particular en este juego, comparado con los otros que estuviste, como lo viste?
“De los 9 Juegos Olímpicos que estuve este no me gustó, por lo que sienten los atletas”
Te vimos acompañando a “Maligno” Torres, ¿como fue el momento de la final?
Se está cerrando un ciclo de varios deportistas, sobre todo en los deportes grupales. ¿Como crees que impacte el recambio, que crees que se venga para la delegación?
¿Que crees que te enseño el deporte y que le dejaste vos a tu diciplina?
¿Como ves la financiación/organización del deporte actualmente y la factibilidad de desarrollar una carrera deportiva en el país?
“Todos los dirigentes tendremos y tendrán que luchar porque nuestros atletas tengan las cosas para cumplir sus sueños. Que cuando vos estés frente a un rival la diferencia sea que el otro sea mejor y no porque tenga mejor infraestructura”
La despedida de “Los Pumas” de los Juegos Olímpicos estuvo cargada de emociones. Gastón Revol, emblema del equipo, jugó su ultimo partido vistiendo la albiceleste tras una larga trayectoria. El jugador cordobés estuvo presente en tres olimpiadas y fue medallista de bronce en Tokio 2020+1. Además presenció más de 100 fechas del circuito Seven teniendo grandes actuaciones; con lo cual su salida no significa una solo despedida, sino que se convierte en un antes y un después en la selección de rugby argentina.
“Ya no tenia más nada para darle al equipo, porque no tenia más energía. Fueron muchos años, mucho tiempo, mucha energía puesta en este equipo”