Pedro Caixinha y un proceso de adaptación que le puede traer mas de un dolor de cabeza.
Cuando Ángel Guillermo Hoyos dejaba la conducción técnica de Talleres, la danza de nombres para su reemplazo fue feroz. Desde Gabriel Heinze, pasando por Hernán Crespo, Eduardo Berizzo fueron algunos de los nombres de peso que sonaban en barrio Jardín. Todos ellos tenían en común, ser argentinos y si bien alguno puede no haber dirigido en nuestro fútbol, se da por sentado que lo conoce. No solo conoce los jugadores, los equipos, las canchas, sino también la idiosincrasia.
¿Qué se entiende por idiosincrasia? todo lo que rodea al club y al jugador de fútbol. Se refiere a la gente y sus gustos o sus reacciones y también, que los jugadores son distintos en estas latitudes. O por lo menos, creemos que acá son distintos, eso lo sabrán quienes dirigieron en el exterior pero estamos seguros de nuestra propia idiosincrasia. Es por eso que sorprendió cuando Talleres presento a un desconocido (para nosotros) Pedro Caixinha, portugués y de gran paso por el fútbol mexicano. Era una apuesta arriesgada, que aun hoy pese al logro de Copa Libertadores, sigue sin ser una apuesta ganadora.
Conociéndote
Cuando aun su nombre no veía la luz del día los detalles del entrenador eran que había visto mas de 30 partidos completos de Talleres. Es una tarea habitual de un cuerpo técnico pero también habla del desconocimiento sobre el plantel. Ya en tierras cordobesas, Caixinha hablo de Cristian Oliva como el único jugador del que tenia referencia, ya que intentó llevarlo a México.
Andrés Fassi, intentando minimizar los fallos, agregó al Cuerpo Técnico del portugués a Javier Gandolfi. No sería fácil la tarea de “Cobija” debía transmitirle a Pedro quien era quien dentro del plantel. Caixinha se encontró con jugadores a gusto y con otros dispuestos a emigrar del club a cualquier costo. En un momento, poco sabia de como jugar, de que esquema usar y de que este plantel, ya se había consumido un entrenador y no cualquier entrenador, uno caro al sentimiento del presidente del club.
Pasaron unos meses y lo actitudinal fue siempre tema de conversación. Con actitud Talleres consiguió el histórico paso a Octavos de Final de Copa Libertadores. Sin actitud navegó en las profundidades oscuras de la Liga Profesional. Cuando se abrió el libro de pases y el hincha pedía por jugadores consagrados, Pedro pidió por Josh Windass. Si, ni por Aliendro, ni por Pastore, ni por Julián Álvarez, pidió un inglés que conocía de Escocia. Este conocimiento del fútbol de la isla británica parecía mas un desconocimiento del fútbol criollo.
Sin tiempo y con urgencias
El proceso de adaptación parece mas largo de lo previsto. Los planteos (y los cambios de estos) que presenta Caixinha partido tras partidos, no solo marean a la prensa, sino sobre todo a los jugadores. Cambios difíciles de explicar o de entender, aun con contextos.
Para ejemplo sobra un botón: contra Chaco for Ever ingresó Buffarini para jugar como extremo por derecha, para a los diez minutos sacar a Benavidez y mandar al Chacho a su puesto natural de lateral derecho. Es como que demorara una acción obvia y para llegar a tal fin, diera siempre un pase de más. ¿Serán sus formas? Pueden que lo sean, pero para muchos, esta probando aun durante la competencia.
Pero lo peor no es lo que se piensa puertas afueras, sino lo que sucede dentro. A muchos jugadores se los nota molestos y no solo a quienes tienen que limar asperezas con el presidente. Hay jugadores que ya entre sus allegados sostienen “no entender” o “no querer” al portugués. Claramente, declarar la “falta de actitud” trae sus consecuencias y quizás, Caixinha no conozca esa idiosincrasia del jugador argentino.
Este plantel fue el mismo que se llevó puesto a Hoyos y fue porque el “pastor” no les llegó a convencer en sus formas. No sería raro que les molesten las declaraciones de Pedro. En medio de malos rendimientos, pésimos resultados y partidos trascendentales, Caixinha sigue aprendiendo. Si no aprueba rápido las materias, su ciclo lectivo en Talleres puede ser demasiado corto…