“No llega al miércoles”, “aún ganando tiene los días contados”, “el reemplazante ya está hablado”, todo este tipo de definiciones se escuchan en el mundo Boca cada semana entre partido y partido. Es que pareciera que Sebastián Battaglia estuviera sentado en un lugar prestado. Hasta se sacó del baúl de los recuerdos el enfrentamiento histórico entre Riquelme y Palermo, para marcar que Seba, era afín al Titán. Sin embargo, ni la supuesta relación fría del entrenador con Román, llegaron nunca al punto, en que el entrenador fuera despedido.
Suena difícil, tener que despedir al jugador con más títulos en el club de la ribera, pero la realidad lo pone siempre en el tapete. ¿La realidad? Si, entendemos por realidad lo que muestran los medios porteños todos los días, entonces sí, es la realidad la que interpela. De lo contrario, es un tema del que se habla siempre y cuya verdad roza la intimidad a la que nunca tendremos acceso. Pero esa misma prensa que hoy le muestran la salida por la calle Brandsen es la misma que llevó a Battaglia a sentarse en uno de los bancos más importantes del país.
El aire renovador
El ciclo de Miguel Russo tambaleaba a mas no poder. Cuando llegó de la mano de Riquelme y las elecciones que depositaron a Ameal en la presidencia, Russo tuvo un sprint que lo llevó a ser Campeón. Pero claro, para Boca solo existe la Libertadores y Santos lo dejó claramente en el camino.
Un flojo arranque en la Liga y un andar irregular en la Copa parecía sentenciar el ciclo, pero no fue hasta la sucesión de hechos extraños e inesperados que Russo vio el final. Boca era eliminado por penales por el Atlético Mineiro, después que el VAR le anulara dos goles lícitos: uno en La Bombonera y el otro en Belo Horizonte. Esto desato una bataola de época y varios jugadores y dirigentes de Boca fueron sancionados por Conmebol. El plantel paso una noche declarando en la comisaria y se “rompió” la burbuja que prevenía el COVID.
Al llegar a la Argentina, Boca debía pasar diez días aislados en un hotel y debía afrontar los encuentros de Liga. El club pidió a la Liga la suspensión de dos fechas, pero el presidente de la misma, Marcelo Tinelli, se lo denegó. La historia dirá que casualmente uno de los dos partidos de Boca en la Liga era contra el San Lorenzo del cabezón, pero eso no le suma a la reseña. Lo importante es que Boca presentó la reserva ante Banfield y el Cuervo. El equipo juvenil jugó con gran soltura y si bien los resultados fueron los esperados, en la prensa se empezó a hablar de Barco, Equi Fernández, Zeballos, pero, sobre todo se empezó a hablar del entrenador: Sebastián Battaglia. Ese Boca de aires renovadores, es el que el Consejo quería ver, el día que Miguel Russo dejó La Boca.
Siempre en la cuerda floja
El Boca adulto de Battaglia nunca jugó bien. Jamás tuvo ni la idea, ni el funcionamiento que aquella Reserva que lo llevó a Primera. Cada fecha que pasaba Battaglia parecía un poquito menos querido por el Consejo de Fútbol y por el vicepresidente. Cuando parecía que la decisión estaba tomada, Boca se consagra campeón de la Copa Argentina jugando increíblemente horrible todos los partidos. Ese logro, obligó a renovarle la confianza y el contrato, pensando en un 2022 de grandes logros.
Llegaron refuerzos de la envergadura de Benedetto, pero Boca continuó jugando mal, sin ideas y sin que Battaglia aporte soluciones, desde el banco o desde la semana. Parecía todo definido para que el entrenador deje su cargo por el flojo arranque de año, pero su Boca aprovecha un error monumental del River de Gallardo y el DT se anotó un poroto inmenso en la casa del clásico rival.
Pasaron las fechas y las cachetadas en la Libertadores (llegó a ser ultimo del grupo) parecían ser el golpe de Nock Out, pero un triunfo en la altura de La Paz y una seguidilla de triunfos en la Copa de La Liga pusieron a Boca otra vez en carrera. A nivel sudamericano, segundo y con dos partidos de local por delante y a nivel nacional a solo un punto del Estudiantes sensación de su zona. De pronto, Boca está más vivo que nunca y nombres como Zubeldia, Kily González, Becaccese o Medina, debieron seguir su curso por aguas que no desembocan en el Riachuelo.
¿Parches ganadores?
Suena loco que un club como Boca, viva con su entrenador el día a día, hasta parece poco serio. Es allí cuando empezamos a pensar si será real lo que los medios dicen todos los días. Sabemos que existen operaciones mediáticas pero ¿todos los medios al unísono las harían? Entonces, cuando el rio suena, ¿agua trae? El Consejo de Boca sabe que si la historia termina bien, podrán decir que siempre confiaron en Battaglia y que jamás pensaron en despedirlo. Si la cosa sale mal, dirán que Boca cumple los compromisos y nunca reconocerán que les faltó decisión y que parcharon todo lo que pudieron.
Mientras tanto, Sebastián Battaglia se acostumbró a caminar en la cuerda floja. En sus épocas de jugador mayormente lo apodaban “el León” pero fue Alfio Basile quien por sus características de juego le puso “el equilibrista”. Parece que el Battaglia entrenador, supo reciclar el apodo…