En Córdoba hubo tres intentos fallidos por contratar a Diego Maradona.

El capítulo cordobés de la vida de Diego Maradona bien podría alimentar unas cuántas entregas de “Sueño bendito”, y hasta darle letra al guión de
una serie propia.

Desde aquellas primeras gambetas con “Los Cebollitas” en los Torneos Evita de 1973 hasta el último gran homenaje en vida que Talleres le hizo cuando el “10” desembarcó como DT de Gimnasia y Esgrima La Plata en 2019. Pasando -para no salirnos demasiado de los límites del campo de juego- por otros 16 partidos, entre los que jugó para Argentinos Juniors, la Selección, Boca, Sevilla, Newell´s y hasta Belgrano, y el que dirigió como entrenador del representativo argentino.

Obviamente hay mucho más, adentro y afuera de la cancha. Incluidas tres gestiones por su pase que se hicieron desde nuestra provincia y que, de haber contado con viento a favor, podrían haber cambiado la historia. O al menos hacer aún más zigzagueante el vuelo del Barrilete Cósmico por las
alturas del fútbol.

Primer acto

“Tenés que ver al equipo de Buenos Aires que juega en el campeonato de infantiles; hay un negrito que la rompe”. La sugerencia llegó a oídos de Pedro Marchetta, exmediocampista de Racing de Avellaneda que había sido contemporáneo de Perfumo, Sacchi, Basile y Corbatta y que luego de colgar los botines probaba suerte como concesionario del comedor del complejo hotelero de Embalse durante la última presidencia de Juan Domingo Perón.

“Vos te parabas en el Polideportivo y donde veías una cancha rodeada de gente era porque ahí estaba Maradona. Ya desde entonces tenía todo lo que tiene que tener un jugador de fútbol: virtudes, impronta…¡un genio!”, cuenta “El Negro” en el libro autobiográfico que lleva de título ese apodo.

Ni lerdo ni perezoso, Marchetta buscó un financista para tratar de llevar adelante una idea loca: “Lo pregunté a mi socio, Juan Antonio Gramano, si quería hacer un negocio. ´Hay un jugador, un nene de 13 años, que es un fuera de serie. Piden ocho millones de pesos por su pase, pero vale mucho más: 80 millones, 800 millones, lo que quieras´, le dije, ‘Bueno, compralo’, me contestó el tipo, que no sabía nada de fútbol. Entonces le hice una oferta al padre del jugador, a Don Diego, un fenómeno de tipo. ‘Lo tiene Argentinos Juniors. Por ahora vamos a esperar’, me respondió”. “Comprar a ese pibe hubiera sido el mejor negocio de mi vida, ¡no sabés cómo zafaba! Nunca se lo conté a él”, rememora Marchetta. Según la cotización de aquella época, 8 millones de pesos equivalían a 714.000 dólares.

Segundo acto

Poco tiempo después, Maradona debutó en la primera de Argentinos Juniors. Fue el 20 de octubre de 1976 en el partido que el Bicho perdió como local ante Talleres (0-1) por la 8° fecha del Campeonato Nacional. Diego hizo su presentación en sociedad tirándole un caño a Juan Domingo Cabrera apenas ingresó en el segundo tiempo vistiendo la casaca “16”.

“Lo vi jugar ese día y me enloqueció, me impactó”, contó alguna vez Amadeo Nuccetelli, el presidente que en la década del ’70 llevó a los primeros planos del fútbol nacional al equipo de barrio Jardín.

Fue en vísperas de la revancha de aquel partido, el 7 de diciembre, cuando “el Pelado” sorprendió a su par del club de La Paternal en el lobby del desaparecido Hotel Crillón: “Te pago un palito verde por Maradona”. Cónsoli, un suboficial retirado del Ejército apadrinado por el represor Carlos Guillermo Suárez Mason, ni se inmutó. Su decisión era no bajar el martillo por menos de 1,3 millones de dólares, el monto en que él y sus pares de comisión habían cotizado el pase de la joven promesa.

“No hubo contraoferta. Sólo me dijeron que no aceptaban ese precio. Entiendo que fue un buen ofrecimiento. Al poco tiempo Boca se metió en el medio y eso, en cierto modo, me achicó”, solía recordar Nuccetelli. Testigos del cónclave y allegados a Talleres aseguran que aquella gestión por comprar a Maradona terminó abruptamente cuando Cónsoli se levantó de la mesa con un café a medio terminar. Ofendido por el gesto de Nuccetelli de ponerle un cheque en blanco en el bolsillo del saco. Al día siguiente la “T” golearía al Bicho (5-0) en la Boutique y “el Chacho” Cabrera tendría su pequeña revancha marcando un gol.

Tercer acto

Los hinchas de Belgrano tienen grabado en su memoria el partido amistoso
que su equipo jugó ante Vélez el 10 de julio de 1986, con Maradona -por entonces flamante campeón del mundo con la selección argentina- luciendo la camiseta “10” de color celeste. Lo que muchos de ellos no recuerdan es el intento que hace casi tres décadas hizo el club de barrio Alberdi para que
Diego pudiera representarlo en forma oficial.

“Diego fue amigo mío. Lo conocí en el velatorio de Juan Gilberto Funes (exgoleador de River Plate) y luego compartimos algunos viajes con la selección. Siempre se acordaba que yo había sido el único presidente de un club de Primera División que había ido a despedir al ‘Búfalo’ en San Luis”,
cuenta Raúl Gregorio Ledesma.

El propio “Chichín” admite que fue en aquel primer encuentro en tierra puntana cuando le ofreció a Diego -quien en ese momento cumplía una sanción por doping positivo- sumarse a Belgrano junto a Oscar Ruggeri, otro de los héroes de México ’86. Ese mismo año Maradona se fue a Sevilla y Ruggeri tendría una de sus peores experiencias deportivas jugando para el Ancona de Italia.

Ledesma volvió a la carga un año después, cuando Diego había terminado su segunda experiencia en España y escuchaba ofertas para retornar formalmente al fútbol argentino. El Pirata se metió en medio de una discusión en la que participaban Argentinos Juniors, San Lorenzo y Newell´s Old Boys. “Me decía que le gustaba la idea de jugar en Córdoba y en un club tan popular como Belgrano, pero finalmente se terminó yendo para Rosario”, recuerda el exmandamás belgranense.

¿Cómo se llama la obra? Más que bendito, un sueño imposible.