No es Willington, no es Valencia, no es Garay… Se llama Fértoli,
y parece no quedarle mal la camiseta de los distintos de Talleres.
Un corte y una quebrada. Los firuletes de Héctor Fértoli le dieron brillo a la coreografía que armó “el Cacique” Medina para la presentación de Talleres ante San Lorenzo en el lunes con pinta de domingo que le puso el moño al pasado fin de semana largo.
Una asistencia perfecta y una definición exquisita le dieron al “Rayo” un protagonismo excluyente en la victoria 2-0 de la “T” frente a la desangelada troupe de Marcelo Tinelli. No fue un bailando, pero casi. El Santo terminó insultado por sus propios “allegados” tras padecer la actuación más convincente de los últimos tiempos del equipo de barrio Jardín, que ya se prendió en una discusión donde todos parecen poder meter algún bocadillo.
El corte y la quebrada fueron los movimientos que alguna vez llevaron a sectores conservadores a acusar al tango de indecente o inmoral, nos dice ese sabelotodo de estos tiempos que se llama Wikipedia. Se los señalaba como algo que se salía de “lo correcto”, o rompía el molde. Lo que hoy hacen esos guapos que en una cancha de fútbol todavía se resisten a tratar de mantener su fuente laboral oficiando de perfectos obedientes o de simples atletas al servicio de tácticas armadas en defensa propia.
Fértoli está lejos de ser un Willington, un Valencia o un Garay, pero hay que reconocer que le sienta bastante bien la camiseta número “10” de Talleres. Entre tanta intensidad y presión alta, el tipo se compromete con la pelota, levanta la cabeza y clarifica el juego a partir de cumplir con la premisa básica de darle un pase a un jugador que viste los mismos colores que él. No es poca cosa. El conservadurismo de los DT de este siglo veintiuno, en las
canchas tan problemático y febril como su antecesor, casi que pone a la gambeta en la categoría de indecente o inmoral.
La noche de los 10
“La pelota siempre al 10, que ocurrirá otro milagro”. El estribillo que popularizaron los muchachos de “Las Pastillas del Abuelo” bien pudo haber tenido como germen cualquier vestuario futbolero de los ‘70/’80. Los diarios y revistas de esa época no dejan mentir. Basta con repasar las formaciones de los equipos para encontrar nombres increíbles luciendo ese número que
históricamente identifica a los talentosos: Maradona, Bochini, Alonso, Potente, Babington, Villa, Zanabria, Poy, Laciar, Mastrosimone, Gasparini, Meza, Hoyos, Martelotto…
Más acá en el tiempo las referencias se diluyen, pero así y todo podemos encontrar a “Chiche” Sosa, “la Chacha” Villagra, “la Lora” Oliva, Gallardo, Garnero, Gorosito, Riquelme, Aimar… Y hasta un juvenil ‘Kun’ Agüero en la primera era de Falcioni como director técnico de Independiente. Hablando de Roma -o mejor dicho, de Julio César-: su actual versión del Rojo recién logró evolucionar de una expresión mezquina y temerosa (¡y hasta llegar a la cima del campeonato!) cuando desempolvó del banco de suplentes al pibe Alan Velasco, el “10”. No parece casualidad.
Los números tampoco mienten. En la sexta fecha de la Liga Profesional sólo la mitad más uno de los 26 equipos participantes puso en cancha a su “10”. Repasemos. Y de paso los conocemos.
Los únicos que “sobrevivieron” los 90 minutos fueron Franco Cristaldo (Huracán) y Martín Cañete (Unión), justamente en el duelo entre el Globo y el Tatengue.
Ocho fueron titulares y salieron reemplazados: Fértoli (Talleres), Velasco (Independiente), Oscar Romero (San Lorenzo), Brian Alemán (Gimnasia), Leonardo Heredia (Atlético Tucumán), Sergio Quiroga (Sarmiento), Thiago Almada (Vélez) y Alan Ruiz (Arsenal). Y cuatro ingresaron desde el lote de sustitutos: Gustavo Del Prete (Estudiantes), Franco Baldassarra (Platense), Gabriel Florentín (Argentinos Juniors) y Pedro De la Vega (Lanús).
Los “10” que miraron sus encuentros desde el costado de la cancha fueron seis: Jorge Carrascal (River), Matías Rojas (Racing), Tomás Martínez (Defensa y Justicia), Jesús Dátolo (Banfield), Lautaro Comas (Patronato) y Valentín Burgos (Godoy Cruz). Y los que ni siquiera anotaron en planilla al emblemático símbolo de dos dígitos fueron Newell´s, Rosario Central, Colón, Aldosivi, Central Córdoba y Boca.
A contramano de la historia el caso del Xeneize: luego de la salida de Carlos Tévez no volvió a asignarle el dorsal de los distintos a ningún jugador. Boca no gana, no juega, no hace goles y acaba de eyectar a Miguel Ángel Russo del cargo de entrenador. Mate en mano, desde un palco y rodeado de aduladores, su vicepresidente 1° fantasea con seguir siendo manija, genio y figura. Pero Boca no da pie con bola. Tampoco parece casual.
¡Aguante Fértoli!