Hay un tema que hace rato, se trata en el mundo Boca. Y ese “rato” no es si quiera en los últimos años, viene de muy lejos en el tiempo. Cada Comisión Directiva que asume sienta postura sobre el tema y muchos han intentado hacer algo y ocuparse del tema. Un tema que no es menor y no solo tiene que ver con el espacio en cuanto a cantidad, también tiene que ver con la calidad y con el futuro. Si, estamos hablando de la reforma o mudanza de uno de los estadios más míticos de este continente: La Bombonera.
Lo primero que se piensa en cuanto al estadio de Boca Juniors es su capacidad acotada. Con algo más de 50 mil lugares, La Bombonera está lejos de poder tener lugar para sus más de 300 mil socios. Aquellos a los que se les hace imposible ir por la falta de espacios son quienes levantan la mano en cuanto a la reforma y la capacidad. Así el Estadio sumó los palcos allá por el principio de la era Macri y tuvo algunas modificaciones en la gestión actual, pero no alcanzan a ser remodelaciones de envergadura. En el medio, Daniel Angélici llamó a construir el “mejor Estadio de Sudamérica” en Puerto Madero y encontró el mayor de los obstáculos: La identidad.
Es que más allá de los vecinos que no quieren mal vender sus casas (y con razón) el principal problema de un nuevo Estadio es que la gente de Boca no quiere abandonar el barrio. Esa manera de aferrarse a sus raíces condiciona cualquier proyecto de magnitud y solo se enfoca en una cuestión de cantidad. Es que existen proyectos como el llamado “esloveno” que buscan cerrar la Bombonera y convertirla totalmente en un estadios con tres anillos, elevar a cerca de 80 mil los lugares con la adquisición de los terrenos detrás de los palcos. Pero, ¿solo es una cuestión de capacidad?.
River puso en escena por la tercera fecha de la Liga un estadio, ahora si, verdaderamente Monumental. El cambio de escenario fue impresionante. El público paso de la lejanía a estar al lado de los protagonistas, con túnel compartido, con butacas, un Estadio de primer mundo. Aquellos detractores de los negocios de la redonda dirán que vendió su identidad ya que el Estadio lleva hoy el nombre de una empresa que aportó (y mucho) dinero para la obra. Pero cuando AFA anunció la idea de un Mundial en Sudamérica con Chile, Uruguay y Paraguay nadie dejó de pensar que el nuevo Monumental es el escenario perfecto para una final que verá el mundo entero. Todos sabemos que Boca y River se retroalimentan y se necesitan, pero sobre todo, se obligan.
La posibilidad de que La Bombonera tenga un cambio tan sustancial como el Monumental parece difícil. No solo por el espacio físico, sino porque hasta tocar el piso (ese que dicen que se mueve) seria un sacrilegio. Hace un par de fechas a Boca le clausuraron una bandeja y si bien desde la conducción del club lo enmarcaron en cuestiones políticas todos hemos visto alguna vez las grietas de la tribuna moverse ante el salto de la gente. Siendo el “patio” de la casa de Román parece difícil que sea el propio Riquelme el que mude el Estadio. Lo que si es cierto que si Boca quiere un Estadio a la altura del presente y futuro, deberá abandonar Branden 805. Si por el contrario, sólo es cuestión de capacidad en las tribunas será cuestión de ingenio.
La mirada de los dirigentes ¿debe despojarse del sentimiento? ¿Aquellos que no pueden ir, quieren ver a Boca o quieren ir al barrio y a la Bombonera? Uno debería interpretar, que si sos del norte o el sur del país, poco importaría el barrio y si ver a Boca, pero el hincha siente más de lo que piensa.
Lo que esta claro es que Boca deberá tomar decisiones y lo que pasa en la vereda de enfrente, nunca pasará desapercibido. La mística, la historia, el barrio o el futuro. Y como parafrasea un himno del Rock en castellano, el futuro llegó hace rato.