Las Albicelestes cayeron en Nueva Zelanda ante el conjunto nórdico (por 2 a 0) y se despiden de la Copa Mundial.
Que complejo debe ser salir a la cancha sabiendo que la misión es lograr lo que nunca se había conseguido antes. No solo era soñar con una victoria (la primera en la historia), era hacerlo frente a una potencia como Suecia.
Desde que sonó el tradicional Haka, los himnos de ambos países y el primer pitido de la arbitra Salima Mukansanga (Ruanda), el tiempo voló como lo suele hacer la noche para los desvelados. No les miento. ¡El primer tiempo se pasó volando! Cómo lo hacían los centros que caían —con algunas gotas de lluvia— en el área Albiceleste. Al igual que las miradas que relojeaban como partida de tenis el entretenido encuentro entre sudafricanas e italianas.
Que pena saber que no pasó tan rápido como para evitar que Florencia Bonsegundo, quien venía siendo la figura de la Selección, se retiraba en camilla sabiendo qué, probablemente, no volverá a jugar en este (u otro) mundial. Las nórdicas se irían al vestuario haciendo trece faltas. La cifra más alta de los últimos dos mundiales. Rompiendo la marca de las propias Tre Kronor en un duelo contra los Países Bajos (en Francia 2019).
La segunda mitad era cambiante. Rotaba entre el nerviosismo del equipo que conduce Germán Portanova y la notoria tranquilidad del conjunto dirigido por Peter Gerhardsson. Cuando Argentina aceleraba, Suecia ponía un freno. No es necesario apurarse sabiendo que ya estás en Octavos de Final y que ningún resultado cambiará que tendrás que enfrentarte contra el mejor plantel del planeta (Estados Unidos).
Y de repente. Llegó el Tie Break . Mientras Suecia se ponía arriba después de la primera buena combinación de la noche y el ligero toque de Rebecka Blomqvist (66′), Hildah Magaia ponía el 2 a 1 a favor de Sudáfrica (67′). El equipo nunca se supo recuperar de ese golpe emocional y, sobre todo, el empate en la fecha pasada ante Sudáfrica. «Hicimos lo que pudimos», comentaba con orgullo Dalila Ippólito en el post partido.
Los minutos pasaban, las oportunidades no llegaban y poco importaba el empate parcial de Italia o el histórico gol de Sudáfrica para clasificar (3-2 final). Los mismos nervios, que fueron aliados en los anteriores encuentros del torneo, se volvieron enemigos.
La noche culminaría con un penal sobre el final. Eli Rubensson, cara a cara, con quién jugó todos los partidos mundialistas de la historia y quién probablemente estaba disputando, en el día de hoy, su último partido con la camiseta nacional, la arquera Vanina Correa. El gol (90′) cerraría el encuentro y la Copa del Mundo para Argentina. El final de una histórica generación y comienzó de un futuro aún mejor.