El fútbol cordobés tuvo un año redondo y un cierre soñado con mucha presencia en el seleccionado campeón mundial. Que los logros se repitan y se potencien podría representar una buena consigna a la hora del brindis.
El fútbol cordobés se adelantó a los brindis de Fin de Año. Belgrano tuvo su Navidad el 25 de setiembre, con tres meses de anticipación, y una semana después celebró otro título y otro ascenso a Primera de la AFA con el femenino, el equipo récord en triunfos, goles a favor y convocatoria.
El barrio Alberdi no fue el único que se vistió de fiesta. Después llegaron el campeonato de Racing de Nueva Italia en el Federal A, la vuelta olímpica de Instituto en el Reducido de la Primera Nacional y el ascenso de las chicas de Talleres a la segunda categoría del ámbito nacional.
Un año redondo para los equipos de la provincia que trascienden fronteras y que se completó con la “T” llegando a los cuartos de final de la Libertadores y a otra final de Copa Argentina, a pesar de sus vaivenes, y con el segundo puesto del Femenino de la “B” en la Copa Federal. Estudiantes de Río Cuarto y Sportivo Belgrano de San Francisco no se quedaron atrás. Fueron dignos animadores en torneos superpoblados, donde no cualquiera puede jactarse de clasificar a las instancias decisivas.
Ni el más optimista futbolero de estas tierras lo hubiera imaginado a fines del año pasado. Si hasta la cantidad de logros superó el cupo establecido para los deseos. Y como si algo faltara, llegó la tercera estrella mundialista del seleccionado argentino. Con seis cordobeses celebrando junto a Lionel Messi en Qatar: los futbolistas Cristian Romero, Nahuel Molina, Julián Álvarez y Paulo Dybala, y los ayudantes de campo Pablo Aimar y Walter Samuel, dos de los fieles escuderos del entrenador Lionel Scaloni. Soñado.
Escenario histórico
Vaya si hay motivos para celebrar, y también para entusiasmarse. El asunto será no embriagarse con tantas copas. O no chocarlas, sin renunciar al clásico ‘chin, chin’. La presencia de tres equipos cordobeses en la máxima divisional del fútbol argentino, hecho que volverá a repetirse después de un largo paréntesis de 23 años, representa todo un desafío. Para unos y otros.
A falta de torneos internacionales, Talleres lo ha tomado como el principal aliciente pensando en 2023. Muestra elocuente de ello es el retorno de Nahuel Bustos, un nombre que entusiasma y que seguramente repercutirá en los hinchas a la hora de organizar gastos y priorizar la renovación del carnet. No tendría que ser la única cara nueva. Refuerzo, mejor dicho.
En barrio jardín, la experiencia de la temporada 2022 marca una serie de desaciertos en las elecciones de futbolistas y entrenadores, que tendría que capitalizarse como experiencia. Sin una eficaz gestión en el mercado de pases y un sinceramiento respecto al proyecto de las divisiones inferiores, el espaldarazo a Javier Gandolfi casi que no tendría sentido. Veremos.
Por el lado de Belgrano e Instituto, el horizonte asoma con más claridad. Sostenerse con crecimiento parece ser la premisa. La insólita grilla de 28 equipos permite ilusionarse al menos con el objetivo de mínima. Por el momento, Piratas y Gloriosos parecen avanzar por caminos paralelos. Mientras en Alberdi Guillermo Farré blindó la base del plantel y buscó sumar nombres para satisfacer necesidades puntuales, en Alta Córdoba anticiparon un éxodo masivo sin la certeza de que los que vendrán serán iguales o mejores que los que se marcharon. Una apuesta de riesgo que genera no poca incertidumbre, más allá del aval que representa la probada seriedad y pericia del cuerpo técnico que encabeza Lucas Bovaglio.
En el caso de Racing y Estudiantes, el desafío pasa por hacerse fuertes en un campeonato que cada vez se acentúa más como una B/C Metro con algunos “carteludos” del interior, y que no es fácil de sobrellevar sin buenas prestaciones en cancha y sin fidelidad en hinchas y socios. ¿Potenciara a Sportivo Belgrano la “chapa” de único embajador cordobés en el Federal A? Es otro de los interrogantes para el año que se viene.
Volver al futuro
Quizá el 2023 nos dé la chance de ver nuevamente en el Estadio Kempes a Lionel Messi, esta vez en modo “last dance”. Con la Copa del Mundo en sus manos, el capitán del seleccionado argentino anunció que quería disfrutar un poco más del hecho de jugar con la camiseta celeste y blanca. Sólo él conoce el alcance de la frase que nos alivió y entusiasmó a todos.
Las Eliminatorias para Estados Unidos-México-Canadá 2026 casi que están a la vuelta de la esquina, y quién dice que “la Pulga” no pueda estirar su estadía hasta la Copa América 2024, que en virtud de la deserción de Ecuador podría darle una segunda oportunidad a la fallida sede conjunta de Argentina y Colombia de 2020. Córdoba incluida.
Más allá de Messi, habrá que ver también cuáles son los planes que tiene la AFA para el equipo campeón mundial. Al recambio generacional iniciado hace cuatro años por Scaloni le tocará, más tarde o más temprano, dar la vuelta de tuerca más complicada. El fin de ciclo de “los históricos” de Qatar 2022 representa otra prueba de fuego. Es la posibilidad de cambiar el paradigma y anteponer el proyecto deportivo al producto comercial.
Si “Chiqui” Tapia sólo piensa en su tercera estrella (una nueva reelección que por el momento no habilitan los estatutos), en el montón de camisetas albicelestes que se venden en el mundo, en el caché de los amistosos del equipo campeón y en expandir la franquicia de los Institutos Tecnológicos, el McDonald’s de la AFA, estaría errando la patada. El título de Qatar 2022 debe servir para afianzar las bases del futuro deportivo, y allí será clave la decisión de sostener a Scaloni y sus colaboradores. Y dejarlos laburar. Ordenar y potenciar la competencia interna también debe ser una prioridad.
La realidad hoy nos muestra campeones del mundo que no llegaron a jugar como profesionales en nuestras ligas, como Messi y ‘el Dibu’ Martínez, pero también jugadores surgidos de San Lorenzo de Córdoba, Fitz Simon de Embalse, Atlético Calchín y Newell´s de Laguna Larga, los nuestros. Más allá de ‘la General Paz’ -o de Viamonte- deberían tenerlo claro. Al final de cuentas, los US$ 42 millones que pagó la FIFA por levantar la Copa del Mundo equivalen a US$ 0,93 por cada habitante de nuestro país.
De Pekin 2008 a Paris 2024, experiencias que no son las mimas pero que están bañadas en oro. Juan Curuchet y José Torres están unidos por el deporte sobre dos ruedas. Aunque son diferentes diciplinas ambos tuvieron la posibilidad de vivir las Olimpiadas desde adentro y escuchar el himno en lo más alto del podio.
En esta ocasión el apoyo de Curuchet, junto a otros medallistas argentinos como Santiago Lange y Paula Pareto, fueron clave para la delegación argentina. Una vez retirados del alto rendimiento, los atletas, trabajan unidos para trasmitir el legado y mejorar las condiciones del deporte olímpico.
“El – José Torres – me dijo medalla o yeso”
¿Como viviste los Juegos Olímpicos desde adentro?
En particular en este juego, comparado con los otros que estuviste, como lo viste?
“De los 9 Juegos Olímpicos que estuve este no me gustó, por lo que sienten los atletas”
Te vimos acompañando a “Maligno” Torres, ¿como fue el momento de la final?
Se está cerrando un ciclo de varios deportistas, sobre todo en los deportes grupales. ¿Como crees que impacte el recambio, que crees que se venga para la delegación?
¿Que crees que te enseño el deporte y que le dejaste vos a tu diciplina?
¿Como ves la financiación/organización del deporte actualmente y la factibilidad de desarrollar una carrera deportiva en el país?
“Todos los dirigentes tendremos y tendrán que luchar porque nuestros atletas tengan las cosas para cumplir sus sueños. Que cuando vos estés frente a un rival la diferencia sea que el otro sea mejor y no porque tenga mejor infraestructura”
La despedida de “Los Pumas” de los Juegos Olímpicos estuvo cargada de emociones. Gastón Revol, emblema del equipo, jugó su ultimo partido vistiendo la albiceleste tras una larga trayectoria. El jugador cordobés estuvo presente en tres olimpiadas y fue medallista de bronce en Tokio 2020+1. Además presenció más de 100 fechas del circuito Seven teniendo grandes actuaciones; con lo cual su salida no significa una solo despedida, sino que se convierte en un antes y un después en la selección de rugby argentina.
“Ya no tenia más nada para darle al equipo, porque no tenia más energía. Fueron muchos años, mucho tiempo, mucha energía puesta en este equipo”