Tras el triunfo ante Croacia en semifinales, Lionel Messi y sus compañeros quieren hacer historia en Qatar 2022. Repetir el logro del equipo que Diego Maradona lideró en México, una hazaña que les contaron o que vieron en videos, ya que ninguno de ellos había nacido el 29 de junio de 1986.

Franco Armani es uno de los dos integrantes del seleccionado argentino que todavía no pudo sumar minutos en Qatar. El otro es Gerónimo Rulli, arquero como él. Armani es el jugador más veterano del plantel que acaba de consagrarse finalista de la XXII Copa de la FIFA: nació el 16 de octubre de 1986, 112 días después del último título mundial de Argentina y 13 días antes de la primera Copa Libertadores de River Plate, trofeo que tres décadas más tarde levantaría dos veces como jugador “millonario”.

El dato no es menor: la llamada ‘Scaloneta’ es el primer equipo de la AFA cuyos integrantes, en su totalidad, nacieron después de las hazañas de Diego Maradona y sus compañeros en México ‘86. Alguno de ellos quizá pueda tener un fugaz recuerdo de cuando al “10” le cortaron las piernas en Estados Unidos ’94 o de los goles de Gabriel Batistuta en los torneos siguientes (Francia ’98 y Corea-Japón 2002), pero la mayoría empezó a patear una pelota con Lionel Messi como referencia. Julián Álvarez, Enzo Fernández y Thiago Almada, los más jóvenes, vestían ‘pintorcito’ cuando “la Pulga” hizo sus primeros palotes mundialistas en Alemania 2006.

Si nos remontamos a Argentina ’78, algo así como la prehistoria mundialista para los muchachos de Scaloni y sus fieles escuderos (Roberto Ayala y los cordobeses Walter Samuel y Pablo Aimar), Armani vendría a ser una especie de Mario Kempes, pero a la inversa. “El Matador”, por entonces figura del Valencia español, fue el único de los campeones de hace 44 años que jugaba en el exterior. El golero de River hoy es la excepción a la regla como solitario representante de la Liga Profesional.

¿El último baile?

No digan que no les avisó. “Seguramente el domingo va a ser mi último partido en un Mundial. Son muchos años para el siguiente y no creo que me dé”, dijo Messi después de la goleada 3-0 a Croacia en el Estadio de Lusail.
Cuesta creerle, no por las renuncias anteriores sobre las que terminó dando marcha atrás, sino por su nivel de juego y su incidencia en el Team AFA.

Por el baile que le pegó al defensor croata Josko Gvardiol, el enmascarado al que el Leipzig alemán cotizó en 100 millones de euros, en la jugada previa al tercer gol de la semifinal. El capitán argentino le lleva 15 años a Gvardiol. Si bien no le dio para pasarlo como a un poste, como en sus tiempos de esplendor, la experiencia le permitió aguantarlo, amagarle y esperar el momento justo para darle una asistencia a Julián Álvarez.

Moraleja: el fútbol se ejecuta con las piernas pero se juega con la cabeza. Por qué no ilusionarnos con un Messi afianzado en el rol de estratega (en “modo sabio”, diría el estimado colega Jorge Parodi) en el certamen que tendrá como sedes a Estados Unidos, México y Canadá en 2026.

Mientras deshoja la margarita, o no, el astro del PSG sigue batiendo récords: igualó las 25 presencias mundialistas del alemán Lothar Matthäus y superó los 10 goles coperos que durante dos décadas sostuvieron al “Bati” como máximo artillero histórico de nuestra selección.

Junto a Ángel Di María, quien también fue su compañero de equipo en Brasil 204 y no pudo jugar el partido decisivo ante Alemania por una lesión, entrará al selecto grupo de futbolistas que llegaron a dos finales del máximo torneo de la FIFA con la camiseta argentina.

La lista se completa con Daniel Passarella (1978 y 1986), Maradona, Oscar Ruggeri, Jorge Burruchaga, Ricardo Giusti, Sergio Batista y Julio Olarticoechea (1986 y 1990). Sólo Maradona, Ruggeri y Burruchaga hicieron doblete en el campo de juego, y Diego fue el único que completó los 90 minutos en las dos finales.

El Niño Araña

No le faltaba casi nada al 2022 del fútbol cordobés, pero la explosión de Julián Álvarez en Qatar llegó para ponerle el moño a un año inolvidable. Un par de meses atrás, “la Araña” no era fija en la lista de Scaloni; hoy es titular indiscutido (le sacó el puesto a Lautaro Martínez, un histórico de la era post-Rusia 2018) y uno de los goleadores de la selección en el Mundial.

A su cuatro anotaciones hay que sumarle otro gol, el que convirtió Nahuel Molina contra Países Bajos, en la tabla de los artilleros cordobeses en el historial de la Copa. No es poca cosa. Hasta el pasado 22 de noviembre, la fecha del fallido debut contra Arabia Saudita, sólo se registraban 11 goles de comprovincianos en la historia mundialista: los seis de Kempes en 1978, y los que marcaron Ramón Heredia (1974), Osvaldo Ardiles (1982), Oscar Ruggeri (1986), Claudio López (1998) y Martín Demichelis (2010).

“La Araña” no sólo se ganó la preferencia de Scaloni sino también el corazón de la gente. Con bajo perfil y alto rendimiento, la misma fórmula que le permitió invertir las prioridades de Pep Guardiola en el Manchester City, a la hora de elegir entre el noruego Erling Haaland (el club inglés invirtió 185 millones de euros en su fichaje por cinco años) y el pibito de Calchín que llegó como una apuesta a futuro desde River Plate.

Álvarez es uno de los 19 debutantes en Mundiales que tiene el seleccionado argentino, aunque no lo parece. Además de Messi, Di María y Otamendi, acreditan experiencia en la materia Marcos Acuña, Nicolás Tagliafico, Paulo Dybala y Armani, otros cuatro “sobrevivientes” de los tiempos en que Gianni Infantino y Vladimir Putin, respectivos presidentes de la FIFA y de Rusia, andaban tomados de la mano. De aquello hace apenas cuatro años, y parece toda una vida. Ni hablar de los goles de Diego en el Estadio Azteca. Aquella historia que les contaron a los finalistas de Qatar 2022.