Boca y un pésimo momento futbolístico e institucional.
Cuando la dupla Ameal y Pergolini llegaron al poder en Boca, se presumía que el macrismo era historia en el club. Angelici y sus títulos de cabotaje, la no obtención de la Copa Libertadores y las finales perdidas ante River, querían quedar en el olvido. Claro, no era exactamente por el peso específico de Jorge Amor Ameal o Mario Pergolini que se daba esto, sino porque el fútbol seria manejado nada más y nada menos, que por Juan Román Riquelme. El máximo ídolo Xeneize, decidía “jugar” y meter sus pies de ídolo en el barro. La idea de volver a ser un “club de fútbol” era una clara alusión a que el club durante la gestión Angelici fue un bunker político, ilusionó al hincha de Boca.
Es cierto que el hincha quiere ganar y que las eliminaciones a River o los clásicos ganados, las estrellas locales y eliminaciones polémicas de Copa Libertadores, le dieron algo de espalda al Riquelme dirigente. Claro que con cada derrota el ojo crítico se posa más allá del árbol y ahí las grietas en la pared se notan más. La creación del Consejo de Fútbol, la ida de Pergolini, jugadores separados del plantel, otros que se van libres y demás cuestiones, salen a la luz con las derrotas. La eliminación a manos de Corinthians no fue la excepción aunque ahora el agua no parece llevarse solo al entrenador. El barco se hunde en serio.
Amigos son los amigos
Lo primero que llamó la atención en Boca fue la contratación de Javier García. El arquero vino a sumarse al plantel que tenía en ese momento a Andrada y Rossi tapando definitivamente al pibe Roffo, que se fue de Boca habiendo siendo jugador de selecciones juveniles. Claro, nadie desconoce que García es íntimo amigo de Riquelme y más allá del rendimiento del arquero la razón saltaba a la vista.
Con esa misma tónica, Román armo el famoso Consejo de fútbol. Jorge Bermúdez, Alfredo Cascini y Marcelo Delgado a la cabeza, para tomar decisiones en uno de los clubes más grandes del continente. ¿El curriculum de los integrantes? Bermúdez fue panelista de TV, tuvo un paso sin pena ni gloria como entrenador y de pronto fue manager. Cascini, era panelista (de los polémicos) en la TV y de pronto tiene el poder de echar al técnico de Boca de turno, por teléfono y desde una estación de servicio. Marcelo Delgado, bueno el Chelo es íntimo amigo de Román. Con ellos al frente, Boca sumó algunas estrellas locales, esas que a Boca no le satisfacen del todo y sumó mil polémicas.
Con Tevez, con Pavón, con Pol Fernández, con Almendra, con Benedetto, con Battaglia y ahora con Izquierdoz. Estuvieron al frente de los papelones que hizo el Xeneize en Brasil tras su eliminación y posterior bataola donde terminaron en una comisaria. Todo lo que hacía Boca dirigencialmente, parecía al menos improvisado y todavía faltaba lo peor.
De Principiantes
Boca y su obsesión por la séptima Copa, es la película de todos los años y parece tener siempre un final cada vez peor. En esta edición, los penales se llevaron el pase a Brasil, pero empezó a perderse en una charla previa. Carlos Izquierdoz y Pipa Benedetto charlaron sobre premios atrasados con el Consejo y estos le contestaron “ganen algo importante primero” desatando el descontento interno y una arenga de puteadas a los dirigentes antes del partido.
El resultado es conocido: Benedetto tiró un penal a la segunda bandeja cuando Boca tenía el pase a Cuartos y había estrellado uno en el palo en los 90, todos pateados con furia. Battaglia dice en conferencia que no le trajeron refuerzos y en su celular suena la llamada del despido. Ibarra agarra el primer equipo y limpia al capitán Izquierdoz, al que corre a abrazar Marcos Rojo en el gol ante San Lorenzo. Benedetto camina el nuevo gasómetro y el equipo es una lagrima.
Sale Cuca, el ex entrenador de Mineiro a decir en un medio brasileño, que recibió un llamado de Boca pero que desistió de la charla, ¿en serio el Consejo llamó a un entrenador brasileño? El Consejo carece de capacidad y de “timing” que se llama en el fútbol. Si le sumamos a todo esto que bancaron públicamente a Sebastián Villa con su denuncia de abuso sexual y que Pavón se les fue libre, sin dejar ni un peso al club y la idea del consejo fue, reclamarle a Talleres un dinero que había cobrado por una futura venta de Pavón, que la gestión Angelici, parecía tener abrochada. Está bien que el hincha de Boca ama su barrio, pero de ahí a tener una dirigencia de club de barrio, es otra cosa.
Ameal no tiene el coraje de disolver el Consejo, Riquelme es muy necio como para aceptar el fracaso de sus amigos y entonces Boca navega con una dirigencia amateur al mando. Esta eliminación de Copa Libertadores no solo se llevó puesto al técnico, capaz se lleva puesta toda la dirigencia, de cara a 2023.