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Cuestión de Estado

El otro Mundial

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El fútbol femenino, ya es de élite. No solo en las grandes ligas europeas ya super profesionalizadas, sino también, en el negocio. Cualquiera dirá que ya lo vienen siendo hace rato a nivel FIFA y tendría razón. Pero cuando hablo de negocio, hablo de la globalización.

Los partidos se pasan por la TV de cable y los canales Premium tienen programación al respecto. Es como si de pronto, el fútbol femenino ya no necesitara difusión. Es como si se hubiese salteado aquella premisa que, si tuvo en los albores el fútbol masculino: la masividad de lo popular. Hoy, quien no tenga un abono de TV no podrá ver a las pibas jugar y así, quedan afuera muchas que desde casa quieren empezar a tener ídolas y no ídolos. Quieren ser Banini o Bonsegundo y no Di María o Messi y es por eso que hay que tomar cartas en el asunto.

Para muestras, sobra un botón. La última Copa América, clasificó a la selección al próximo mundial. Sin embargo, el torneo continental llegaba por TV, teniendo una cuenta de Streaming particular. Claro, muchos tomaran como algo habitual tener una cuenta de estas plataformas, pero no crean que esa posibilidad es tan masiva como parece.

Recién en las semifinales del torneo, la televisión pública decidió intervenir y poder llevar el encuentro ante Colombia por TV abierta. Este hecho marcó una cuestión inclusiva y equitativa, aunque sea parcialmente. ¿Alguien se imagina la Copa América Masculina solo por una plataforma de Streaming o TV prepaga? Hasta el Congreso nacional estaría sesionando por el tema. Bueno, lo mismo debe pasar con las pibas, merecen ser vistas por la gran mayoría, esas que no te llenan de dinero, pero sí de afecto e idolatría.

En estos tiempos donde se discute si el Estado debe intervenir o no en ciertas cuestiones, no hay que olvidarse de la cultura y el fútbol es cultura. Nos define como nación, como pueblo y marca nuestras características y eso es innegable. Entonces, el estado debe invertir en cultura y debe asegurar el acceso a ella, de forma masiva. Yo entiendo que el fútbol es un negocio, aunque para mí no es solo un negocio.

Si hay que invertir para que el mundial femenino a jugarse en Australia y Nueva Zelanda, sea trasmitido por aire (al menos los de la Selección Argentina) cuenten con cada peso de mis impuestos. Aquellos que se nieguen o renieguen de esto, serán los que defienden los negocios de unos pocos. No esperemos una buena actuación para salir a las apuradas a transmitir un partido definitorio. Apostemos por esta selección y volvamos a todas sus integrantes, masivas y populares. Eso también es inclusión. Hay otro Mundial el año que viene y debe verse en cada rincón del país, por más remoto que sea. Es una cuestión de Estado y querer, es poder.

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