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Un triste y un Tigre
La Gran Revancha
Boca no está feliz, pero juega una final más. Esta vez le toca enfrentar al recién ascendido equipo de Victoria, que hace dos años lo amargó en otra definición de un torneo nacional que protagonizaron en el Estadio Kempes.
Boca vs Tigre en el Estadio Kempes, una final… De la pandemia volvimos iguales. Sólo habrá que darle algunos retoques a esas cartulinas gigantes con las que se decoran las canchas argentinas para la pomposa puesta en escena de la TV. Tachar 2019 y poner 2022 y cambiar por Liga Profesional donde decía Superliga, aunque con Tinelli o sin Tinelli sea más (o menos) de lo mismo.
No es la final que soñaron en El Panal y la Agencia Córdoba Deportes, pero casi. A River se le metió una piedra en el zapato, el mismísimo Tigre, y la ilusión del primer superclásico oficial de la historia en La Docta quedó para otra oportunidad. Igual sirve para mostrar a la provincia como la isla donde puede concretarse la fantasía que dos parcialidades diferentes compartan tribunas. Previo arreglo económico con la AFA, queda claro.
“Esto es mucho mejor que el Defensa y Justicia-Lanús sin público que se jugó el año pasado por la Copa Sudamericana”, apuntó alguien que conoce los vestuarios de la política local. La proporción de las ubicaciones será bien a la cordobesa: 70/30. Esta vez Boca será más que la mitad más uno, ya que para sus hinchas se reservó la mayoría de las gradas, incluida la que lleva el nombre de un exjugador de Tigre: Luis Fabián Artime. Se les pasó.
El séptimo día
El 22 de mayo de 2022 quedará grabado como el séptimo día de las definiciones de campeonatos de la máxima divisional del fútbol argentino en el Chateau. Sólo en el primero, hace 42 años, hubo un protagonista cordobés: Racing de Nueva Italia. Desde entonces, las penas y las vaquitas fueron ajenas. Aquí celebraron Rosario Central (1980), River (1992 y 2016), Boca (2015), San Lorenzo (2016) y Tigre (2019).
El último antecedente fue el triunfo del Matador de Néstor Gorosito sobre el Xeneize de Gustavo Alfaro, dos expresiones futbolísticas que la vorágine del fútbol parece remitir a la prehistoria. Hoy “Pipo” juega en El Bosque, aunque su Lobo no está, y “Lechuga” prepara las valijas para ir al Mundial de Qatar 2022 con Ecuador, salvo que a último momento le retengan el pasaporte por la inclusión indebida de un futbolista en las eliminatorias.
Que Córdoba vuelva a ser escenario de una final no es poca cosa. Aunque no deja de ser un premio consuelo para nuestro fútbol. El apretado calendario premundialista no da margen para muchas vueltas y exige que la última, la olímpica, se dé en cancha neutral. Apenas seis meses atrás, un equipo de nuestra provincia era protagonista del mano a mano que definía la Copa Argentina. Tiempos tampoco tan lejanos en los que Talleres era protagonista de todos los campeonatos que jugaba, y no sólo el económico
y el de marketing. Aunque ahora se le alinearon los planetas en la Libertadores, y quién te dice. Pero este domingo en el Kempes, al igual que el 8 de diciembre pasado en el Madre de Ciudades de Santiago del Estero, estarán frente a frente Boca y… Retegui. Cosas del fútbol.
Boca vs. Boca
Sucedió en aquella final contra la “T”, y se repetirá otra vez frente a Tigre. El principal rival de Boca será el propio Boca. Su historia, que le exige ganar todo lo que juega y también su presente, que no resiste ni siquiera un segundo puesto. Las celebraciones de fines del año pasado, la llegada a los penales primero y la victoria en los penales después, le permitieron a Sebastián Battaglia seguir prendido al buzo, aunque sea con alfileres.
Al jugador más ganador de la historia boquense se lo nota tenso, a pesar de las victorias. Como si no tuviera demasiado con los rivales, los del torneo local y los de la Copa Libertadores, le toca lidiar con su inexperiencia, con varios de sus excompañeros (el todopoderoso vicepresidente 1° Juan Román Riquelme y ese desafinado cuarteto que es el Consejo de Fútbol) y una fauna compleja en el plantel. Un ecosistema donde parece haber más especies que halcones y palomas, y con varios de sus integrantes abonados a las páginas de policiales y/o judiciales más que a las crónicas de los suplementos de deportes. Aún cuando lo declama, nunca se sabe cuando Riquelme está feliz. En Battaglia aflora más claro el estado.
Como expresión futbolística, Boca no es nada de otro mundo. De hecho, llegó a la final pateando al arco contrario solamente en la definición desde los 12 pasos, ante un Racing que fue superior al menos hasta donde quiso. Es cierto que Fernando Gago le dio una gran mano a su colega xeneize, como en los tiempos en que compartían mediocampo (“¿Seré yo, maestro?”, pareció decirle Enzo Copetti cuando “Pintita” lo mandó a volantear luego de haber enloquecido durante media hora a todo el fondo rival). Los entrenadores de fútbol, indefectiblemente, ratifican cada tanto su cualidad de expertos en eso de inventarse un problema para cada solución.
Lejos de esos paneles de discusión futbolera donde todo parece reducirse a una superclásica grieta y ajeno a una nueva reposición de “Cabaret” (más vista que “Cinema Paradiso” en los cines de La Boca), Tigre está ahí, agazapado, preparando otro zarpazo. Con un cúmulo de laburantes de la pelota sin veleidades de estrellas y con un DT que parece tener las cosas bastante claras. No tiene mucho para perder. Aunque ya le tomó el gustito a eso de convertirse en la piedra de un zapato, o botín, de talle grande.