Actualidad
La pelea del siglo
Fútbol y discriminación
El Estadio Kempes no lucirá lleno en Argentina-Colombia porque la FIFA
detectó cantos xenófobos en el partido de eliminatorias ante Brasil. ¿Quién
dijo que no hay mal que dure 100 años? Una realidad que atrasa.
“Tenemos un arquero, que es una maravilla; ataja los penales, sentado en una silla”. El cántico retumbó un siglo atrás en la vieja cancha del Club Sportivo Barracas y tuvo como destinatario a Américo Tesoriere, el arquero
del seleccionado argentino que acababa de consagrarse campeón del Sudamericano de 1921 con el arco invicto y la “chapa” de mejor jugador.
Tesoriere fue un gran arquero de Boca y del representativo nacional y entre otras cosas quedó en la historia por haber sido el primer futbolista al que la mítica revista “El Gráfico” le dedicó una tapa. Dos conocidos clubes de nuestro interior futbolero, uno en Catamarca y otro en La Rioja, llevan su nombre, aunque con la “i” final en el apellido, una deformación de los relatores de época que ninguno de los fundadores logro atajar.
Vestidos de riguroso traje, corbata y sombrero, los muchachos del tablón tuvieron que aguzar el ingenio aquella vez. El presidente brasileño Epitacio Pessoa había dado la orden de que el seleccionado de su país se presentara en tierras porteñas con un equipo formado por jugadores “rigurosamente blancos” para evitar que el público y la prensa los tratara de “macacos”, como había sucedido en una reciente incursión por el Río de la Plata.
Hacía tres décadas que Brasil, el país de América Latina más remolón en la materia, había dejado fuera de juego la esclavitud. Ya no había interminables jornadas laborales, maltrato, abusos y discriminación, al menos en los papeles, pero el fútbol seguía siendo un ámbito reservado para ricos y blancos. La táctica de Pessoa privó a los aficionados argentinos de ver en vivo y en directo al primer “O Rei” que tuvo el fútbol de Brasil.
Dos años atrás, en el torneo de selecciones que se disputó en Río de Janeiro y que debió reprogramarse por la pandemia de “gripe española”, Arthur
Friedenreich le había dado al Scratch su primer título continental al marcar en una larguísima final frente a Uruguay el gol más recordado de los 1.329 que le adjudican biógrafos, estadígrafos e historiadores. Antes de cada partido, Friedenreich le dedicaba una larga previa al maquillaje de su rostro y al planchado de las motas que lo delataban como mulato.
¿Humo o convicción?
El martes 1° de febrero, cuando Argentina enfrente a Colombia por la 16° fecha de las eliminatorias mundialistas, el Estadio Mario Kempes no tendrá el marco de sus mejores noches, con casi 60 mil personas ocupando las gradas. Y no será a causa del coronavirus que nos azota en este siglo.
La reducción del aforo para ese partido fue dispuesta la semana pasada por la FIFA, que detectó cantos xenófobos cuando Lionel Messi y compañía jugaron en noviembre pasado ante Brasil en el Bicentenario de San Juan. Algo similar había sucedido meses atrás en la cancha de River y ante Uruguay. La merma de la cantidad de público autorizado, la multa de 54 mil dólares que deberá pagar la AFA y la eximición de convocatoria ofrecida por el DT Leonel Scaloni a su máxima figura, formaban parte de la “información clasificada” que Claudio “Chiqui” Tapia ya tenía cuando se sentó a negociar condiciones con las autoridades del gobierno cordobés.
Si aquí la gente no llega a encontrar inspiración en otra cosa que no sea maltratar a los rivales, otra reincidencia podría costarle al seleccionado argentino jugar sus próximos partidos de local a puertas cerradas, como ya le sucedió al México del “Tata” Martino en un reciente duelo con Jamaica.
En 2017 la AFA anunció con bombos y platillos la firma de un convenio con el Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y Racismo (INADI). “Si discriminás perdemos todos y la discriminación también es violencia”, fue la consigna que se bajó desde Viamonte 1.366, donde se prometió que las acciones tendrían como abanderado al equipo nacional. Por entonces, Tapia se anticipaba a una jugada de Gianni Infantino.
“No hay lugar para la discriminación racial en el fútbol ni en la sociedad”, apuntó el capo máximo de la multinacional de la pelota un par de meses después. Lo hizo durante la presentación del plan de acción de la FIFA (“Por un fútbol realmente global: la visión 2020-2023”), que enunció dos pilares esenciales: 1) “Luchar contra el racismo y contra todas las formas de discriminación, incluida la que se basa en el género y en la orientación sexual”; 2) “Defender los derechos humanos”.
Pequeño detalle: en su página de Internet, Amnesty Internacional da cuenta de interminables jornadas laborales, maltrato, abusos y discriminación en Qatar, el país anfitrión del próximo Mundial (ver aquí).
Por si las moscas, el presidente del comité organizador de la Copa de la Fifa 2022 ya marcó la cancha: “la homosexualidad no está autorizada”, declaró ese tal Nasser Al-Khater cuando fue entrevistado por la CNN.