Fútbol
Clásicos eran los de antes
Manejos
Tapia, Bragarnik y otros “grandes”.
“Disfrutalo, todo esto es tuyo”. El 24 de junio de 2012 Julio Ricardo Grondona, “Julito”, le dedicaba a su padre Julio Humberto, “Don Julio”, el primer título de Arsenal en la elite de la AFA. El triunfo 1-0 ante un tímido Belgrano en el Viaducto, “Estadio Julio Humberto Grondona”, y el 2-2 ante Tigre de Independiente, “el otro club de los Grondona”, le permitieron dar la vuelta olímpica al equipo de Sarandí, “el equipo del poder”.
Por la dudas el dueño de la pelota pudiera quedarse con hambre de gloria, el aparatoso Pablo Lunati -señalado como “hombre de la casa” del staff arbitral de aquellos tiempos- agrandó el combo. “¡Sale con papas y gaseosa grandes!”, dijo. Y expulsó a dos jugadores del Pirata: Claudio Pérez, el único “Chiqui” que teníamos registrado hasta ese momento, y Luciano Lollo. Innecesario. “Grondona es Dios”, llego a decir en una entrevista el exreferí devenido en fervoroso tuitero antisistema del complejo entramado que camina los pasillos del edificio porteño de Viamonte 1.366.
“A diferencia de algunas Ligas europeas, la de Argentina es bastante democrática. Cualquiera puede ser campeón”, se leyó en un artículo publicado por el diario El País de Madrid. Que la inocencia les valga. Más literal que sugerente, aquella expresión de “Julito” podría replicarse como esas frases que decoran los sobrecitos de café. Veamos… El equipo del presidente de la AFA, que tiene un estadio que se llama como el presidente de la AFA, que es presidido por un hijo del presidente de la AFA… ¿Todo pasa?
No caben dudas de que Barracas Central es el Arsenal de Sarandí 2.0, el “equipo del poder” de estos nuevos tiempos que corren (y dirigentes que vuelan) en el fútbol argentino. Por si hiciera falta algún botón más de muestra, ahí está el otro retoño de Claudio “Chiqui” Tapia convirtiendo en gol, con una eficacia digna de “el Gordo” Ortigoza, todos y cada uno de esos penales que los pitos (con matracas) le conceden cada fin de semana.
Algo queda
Que Tapia no es Grondona es una verdad de Perogrullo. No sólo porque le cueste un poco más encender los habanos en estado de inmersión, sino porque -menos al tucumano- le debe una vela a cada santo. Su vertiginoso ascenso hasta el sillón de “Don Julio” fue una construcción artesanal en la que tejieron muchas manos. Traducido al criollo, no está tan despejado como parece el camino hacia la gloria deportiva para el exbarrendero,
exdelantero y sobre todas las cosas exyerno de Hugo Moyano.
Un breve repaso de la tabla de la Primera Nacional permite identificar a otros actores de peso entre bambalinas. Sigamos viendo… Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y hombre fuerte de Tigre; Maximiliano Levy, el exbarrabrava de Boca que preside Almirante
Brown y acaba de ser bendecido como prosecretario ejecutivo de la AFA; Aníbal Fernández, el poder detrás del poder en Quilmes; Pablo Toviggino, el influyente “jefe de gabinete” de Tapia al que se le atribuyen influencias mágicas en el boom del Güemes santiagueño. Y siguen las firmas.
El elenco se completa con “el Rey de la Soja” Gustavo Grobocopatel y su Agropecuario de Carlos Casares (relegado a actor de reparto por los goles de Pablo Vegetti), Independiente Rivadavia de Mendoza (¿Daniel Vila lo mira por TV?) y el omnipresente Christian Bragarnik, el representante fetiche del fútbol criollo. Hay que decirlo: en el principal torneo del ascenso de nuestras pampas al exfilmador de videos futboleros le fue mucho mejor como gerenciador de Ferro Carril Oeste que como arrimador de refuerzos, técnicos e influencers de Luis Fabián Artime.
Villano invitado: el San Martín de Tucumán que llevó hasta el TAS su pretensión de ascender en el campeonato que se suspendió por la pandemia y que señaló a la gestión de Tapia por sus “manejos arbitrarios”. “Queremos que los clubes del fútbol argentino con sus dirigentes se pongan los pantalones largos. Estamos jugando campeonatos que son un mamarracho y somos una vergüenza mundial”, aseguró semanas atrás Rubén Moisello, el mandamás del Santo.
“Extravagante”, “Ridículo”, “Grotesco”… algunos de los sinónimos de mamarracho que nos ofrece la Real Academia, no precisamente la de Gago. En cualquier otro lugar del planeta los penales de Barracas Central ya serían una cuestión de Estado. Teléfono para el presidente de la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados de la Nación, Héctor Baldassi, otrora referí internacional y gran amigo de Francisco Lamolina. Aquel que se hizo célebre por su frase de cabecera en las canchas: “Siga, siga”.