A destiempo

Barro

Te veo ahí

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Cada vez que llueve, recuerdo que de niño, esperaba que la lluvia acabara, para poder ir a la canchita, a jugar a la pelota. Y ojo, no es que no me gustara jugar bajo la lluvia, es que no me dejaban salir, para evitar un futuro resfriado. En fin, cuando la lluvia paraba era cuestión de salir corriendo para el campito. La desilusión se apropiaba de mí, al ver el terreno totalmente inundado. Claro, no era jugar con lluvia era no poder jugar porque la canchita era una laguna. Los días pasaban y el agua desaparecía pero quedaba el barro. Resbaloso, sigiloso y traidor, no dejaba picar la pelota y las zapatillas sucias eran suficiente para un gran castigo. Don Cacho diría desde su silla en la vereda “con terrenos así, nunca vamos a sacar al mejor del mundo”.

Increíblemente, el mejor del mundo y de todos los tiempos, tiene relación con el barro. Porque si barrio era igual al mío. Las canchitas peladas de pasto y con drenaje natural fue su lugar en el mundo. Y al llegar a ser profesional, jamás les escapó al barro. No solo a la lógica tierra mojada, sino al barro donde uno se enfrenta al poder dominante y el barro donde te ponen, si no acompañas sus ideales. El barro lo recibió en Nápoles dónde debía jugar un partido solidario y cuando todos pensaban que la jornada no se llevaría a cabo, piso el barro y lo llenó de magia y malabares. De vuelta en el club de sus amores, el presidente habló de “Fango” y el sacando pecho lo cruzó “Barro, en la Bombonera hay barro no fango”. En el barro, estuvo envuelta su vida con idas y vueltas con esa maldita adicción de querer escapar a lo establecido por el negocio de la pelota y querer volver al barro del barrio. Ese barro de la infancia que ensucia la pelota, pero la pelota no se mancha.

No habrá día lluvioso que no me recuerde a la canchita de mí infancia. Ni con barro, ni con césped, ni con el mejor de los drenajes, yo podría haber sido el mejor del mundo. Pero compartimos algo. El barrio, el barro, la pelota, el amor por el juego. El fue un ídolo, de los que no tienen pies de barro, sino de los verdaderos. Me dicen que ya no estás y me niego a creerlo. Si cada vez que llueve y se embarra todo, yo te veo allí corriendo, atado a la pelota y haciendo cosas imposibles. Tanto en el barro, como en el mejor escenario del mundo….

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