Belgrano

Ojo al Piojo

Trayectoria

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Más allá de sus reconocidos títulos con Quilmes, San Lorenzo, Argentinos Juniors y Newell´s, José Yudica también fue campeón con Belgrano y con el Pachuca de Andrés Fassi. Su partida deja un legado de éxitos y de conducta ejemplar: “Lo más importante es que nunca me traicioné”.

Para los futboleros cordobeses, la semana que transitamos será recordada por la vuelta de Paulo Dybala al seleccionado argentino o por el alejamiento del ahora ex-Instituto Damián Arce, quizá el último de los desfachatados que haya transitado por nuestras canchas, hoy repletas de iguales y obedientes. También estos días quedarán grabados por el pase al equipo de las leyendas del exfutbolista y exentrenador José Yudica.

Este sí que fue un distinto. Rosarino y “leproso”, Yudica asomó al fútbol grande con la camiseta de Newell´s en 1954. Tenía apenas 19 años pero hacía rato que se hablaba de él en la ciudad que “siempre estuvo cerca”. Jugando de wing izquierdo, “el Piojo” -apodo que lo identificó siempre- ya se había destacado con la camiseta de Morning Star, equipo que se define con orgullo como “El Primer Campeón Argentino del Fútbol Rosarino”.

A ese mote se lo ganó en los Juegos Nacionales Evita de 1952, cuando dio la vuelta olímpica en el Monumental de Núñez, en una final que tuvo como prólogo el puntapié inicial de Juan Domingo Perón y como epílogo la entrega del trofeo a los campeones por parte de Eva Duarte. Además de otro premio: un viaje a Finlandia para presenciar los JJ.OO. de Helsinki.

En Rosario aseguran que el General y su esposa tuvieron especial debilidad por ese equipo de Yudica, que desde ese título y hasta el golpe militar de 1955 cambió su denominación -traduciéndola al castellano y anexando el nombre de la primera dama- y pasó a llamarse Evita Estrella de la Mañana.

De superclásico en Alberdi

En su etapa como futbolista profesional, “el Piojo” no tardó en llamar la atención de los equipos “grandes” y en 1959 se lo llevó Boca. “Era el único equipo que no me tendría que haber comprado y me compró. Por mi forma de jugar yo era más para River, Independiente o Racing”, solía contar. Con la camiseta azul y oro Yudica disputó 21 partidos oficiales y marcó 3 goles. Y jugó nueve veces a Córdoba, en tiempos en los que los cuadros más carteludos del país sólo se codeaban con los nuestros en duelos amistosos.

La primera vez fue el 17 de diciembre de 1958 con triunfo 6-1 y gol ante Belgrano. Aquel Boca tenía en sus filas a figuras como Julio Musimessi (“El Arquero Cantor”), Eliseo Mouriño y Antonio Rattín, y era dirigido por una leyenda de nuestro fútbol e ídolo de River: “el Charro” José Manuel Moreno.

Otras excursiones xeneizes por canchas de la provincia -Villa María, Río Cuarto, San Francisco, Instituto, Talleres y hasta un clásico con River en el Gigante de Alberdi el 30 de diciembre de 1958- mostraron a Yudica integrando una gran delantera junto al brasileño Paulo Valentim y a Ernesto Grillo, el autor de aquel “Gol Imposible” de 1953 a los ingleses por el que cada 14 de mayo se conmemora el Día del Futbolista Argentino.

La carrera como delantero del “Piojo” se completó con sucesivos pasos por Vélez, Estudiantes, Platense, Quilmes, Deportivo Cali de Colombia, Talleres de Remedios Escalada y San Telmo, y cuatro partidos con la selección mayor.

Después llegaría la mejor parte de la historia (“tuve suerte como jugador, pero mucha más como entrenador”, reconocía al repasar su trayectoria).

Timonel del barco pirata

Con el buzo de DT Yudica debutó en Altos Hornos Zapla, equipo jujeño al que llevó por primera al Nacional en 1974 y donde dirigió a Francisco “Pancho” Ferraro, conductor del seleccionado argentino campeón del Mundial Sub 20 de 2005 con un jovencísimo Lionel Messi como genio y figura. Con “el Merengue de Palpalá”, “el Piojo” quedó en las puertas de la clasificación a la Fase Final, detrás del Talleres de Ángel Labruna y de Newell´s en la Zona B. Con la “T” cayó 2-1 en cancha de Instituto, y sufrió los goles de Francisco Rivadero, “el Pancho” grande”, y de Willington, “el Daniel de los estadios”.

Al barrio Alberdi volvió en 1983 para tratar de cortar una racha de sinsabores que arrastraba Belgrano, por entonces relegado a un segundo plano por el desembarco de Talleres, Instituto y Racing en la máxima categoría de la AFA.

Esta es la parte de la historia que los medios nacionales omitieron en sus semblanzas. Aquí llegó con Horacio Milozzi, Jorge Gáspari y César Lorea, tres pilares de su Quilmes campeón del ’78. También con el arquero Carlos “Tenazas” Suárez, Pablo Comelles y Miguel Batalla, a quienes conocía del San Lorenzo que fue fenómeno de convocatoria en la Primera B de 1982.

Yudica timoneó el barco pirata durante 41 partidos (30 victorias, 7 empates y 4 derrotas) y lo llevó al destino más deseado: el título de campeón en el Provincial de 1983. Dos años más tarde “el Piojo” dirigiría en el Estadio Nacional de Tokio a ese Argentinos Juniors que tuvo en jaque a la Juventus de Platini, Laudrup, Tardelli, Cabrini y Scirea y estuvo ahí de anexar la Copa Intercontinental a otros dos trofeos: la Libertadores y la Interamericana. Como buen hincha del “Bicho”, el actual Presidente de la Nación, Alberto Fernández, se refiere a aquella formación como la mejor que vio en su vida.

En La Paternal tendría su segunda parte, que no sería buena. Un tiro al aire en un entrenamiento, para disipar a barrabravas que pretendían agredir a su hijo, fue el abrupto e inmerecido final de aquel Déjà vu.

El Belgrano del “Piojo”. Cortéz, Suárez, Comelles, Milozzi, Gáspari y
Tejeda (arriba); Leyva, Mattea, Batalla, Lorea y Martellotto (abajo).

Newell´s, Pachuca y después

En 1988, la tercera experiencia en el banco de Newell´s sería la vencida para “el Piojo”: campeón del torneo de Primera División y finalista de la Copa Libertadores. De su último paso por el Parque Independencia se recuerda que hizo debutar a Gabriel Batistuta y convirtió en enganche al “Tata” Martino.

La última vuelta olímpica la dio en México, ascendiendo al Pachuca de Andrés Fassi en 1996. Su carrera como técnico se cerró en Quilmes, club al que había devuelto a la elite afista en una segunda gestión en 1981. Allí dirigió su último partido el 13 de diciembre de 1997: 1-2 frente a Deportivo Italiano, en cancha de Chacarita, por la 20° fecha de la Primera B Nacional que siete meses después se definiría en el Chateau con “La Final del Siglo 20”, el Talleres-Belgrano más importante de la historia del fútbol cordobés.

Yudica fue despedido de Quilmes por José Luis Meiszner, otrora hombre fuerte de la AFA durante el reinado de Julio Humberto Grondona, y nunca más volvió a trabajar como DT. “Siento que me jubilaron antes de tiempo”, declaró en una de sus últimas entrevistas. “No me puedo quejar. Me fue bien, jugando y dirigiendo. Pero lo que me genera más orgullo es que nunca me traicioné”, reflexionó. Cada vez que se lo recordaban, definía como ”la mayor alegría que me dio el fútbol” al título de los Juegos Evita con el Morning Star.

“El Piojo” se fue a otras canchas pero dejó un legado que se traduce en logros pero sobre todo en conductas. De Meiszner ya se sabe: hace rato le quitaron su nombre al estadio de Quilmes, luego de que la FIFA lo suspendiera de por vida como dirigente en el marco de los escándalos de sobornos y corrupción. El partido de la vida siempre se encarga de poner a cada jugador en su puesto.

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