Fútbol
Último tango en Paris
Lionel Messi
¡Oh la lá! Aunque todavía nadie sabe bien por qué, a Paris Messi se fue. Que el mundo se volvió loco ya quedó más que claro con esta maldita pandemia. Y ahora el fútbol, siempre foco de contagio, quedó alineado a tanta alienación: 2021 pasará a la historia como el año en que se dio vuelta la taba y “la Pulga” festejó con la camiseta del seleccionado mayor de Argentina y lloró de traje y corbata al despedirse del Barsa. Impensado.
El emir qatarí Tamim bin Hamad Al-Thani es de esos tipos que anda por el mundo convencido de que el dinero no hace la felicidad pero sí la compra hecha. Desde su desembarco en el PSG, hace de esto ya una década, el hombre no escatimó en gastos para darle un toque galáctico al club nacido en 1970 de la fusión del Paris Football Club y del Stade Saint-Germanois y
que durante la Guerra de Malvinas le dio asilo futbolístico a nuestro glorioso campeón del mundo Osvaldo Ardiles.
Se dice que el hombre manoteo del bolsillo chico del pantalón algo así como 1.500 millones de euros para contar con Neymar, Kylian Mbappé, Ángel Di María, Marquinhos, Keylor Navas, Mauro Icardi, Achraf Hakimi, Leandro Paredes o Sergio Ramos, por citar solo algunos de los futbolistas que hoy integran el plantel. Fue un cordobés, “el Flaco” Pastore, el primer gran fichaje de su gestión. Con la contratación de Lionel, el emir hizo realidad lo que la mayoría de los mortales solo logran en la Play Station.
A propósito: Al Thani es el mismísimo que en 2016 anduvo por Bariloche de viaje de fin de negocios. Entre las varias anécdotas que dejó su estadía en el “Llao Llao” se destaca la reserva de las mejores cuatro suites del ala más moderna del hotel: una para él, dos que compartieron sus cuatro esposas y una última donde hizo instalar el jueguito virtual FIFA 21. También -hay que decirlo- se llevó de souvenir el título de propiedad de varias miles de hectáreas de la Patagonia. Su gerente y cara visible en el PSG es Nasser al-Khelaïfi, un empresario con ínfulas de tenista profesional que, gracias a los contactos estrechos con el poder, logró en modo fútbol continuar con el legado de una familia de pescadores de perlas.
Acento francés y algo más
Todos (o nadie) quisieran estar hoy en el buzo de Mauricio Pochettino. Con Messi ya no hay excusas: hay que ganar la Champions League sí o sí. No sería extraño que eso suceda. En todo caso, la incógnita es saber si el “10” podrá devolverle al PSG algo del glamour de sus primeros tiempos, cuando era presidido por el modisto Daniel Hechter y tres argentinos se vestían con
la camiseta azul, roja y blanca que él propio directivo diseñó en su atelier.
Carlos Bianchi, goleador de aquellos antes de coronarse como “Virrey” dirigiendo a Vélez y Boca, fue uno de ellos. Otro fue Ramón “Cacho” Heredia, cordobés de Cruz del Eje y uno de los pocos jugadores que vistieron la “10” de la selección argentina en un Mundial, quien así recordó meses atrás su paso por el club galo: “En aquellos tiempos el PSG era un
equipo regular. Si ganaba, se tomaba champán; si perdía, se seguía tomando champán. Yo estaba acostumbrado a otra cosa y eso tenía menos savia que una lombriz”. El tercero en concordia en aquellos lejanos ‘70, también de Córdoba y cruzdelejeño, fue un tal Marito González. Nada menos que Jairo.
El propio cantante me lo contó un par de meses atrás: “Yo vivía a tres cuadras del Camp des Loges, el centro de entrenamiento del PSG. Iba a correr al bosque y me metía al club a jugar un fulbito luego de las prácticas. El contacto se dio porque el principal sponsor de la institución era la radio
más importante de Francia, y porque era conocido del presidente y del
entrenador”.
Con el equipo de los artistas, que entre otros integraba el extenista Yannick
Noah, Jairo jugaba lo preliminares de los partidos del campeonato y en ese escenario llegó a compartir actuaciones con el Príncipe Alberto de Mónaco. En 2011, cuando Messi se presentó por primera vez a Córdoba para jugar la Copa América, Jairo fue invitado para cantar el Himno que supuestamente Messi no cantaba. Hubo arenga del trovador al futbolista y dos pulgares hacia arriba como respuesta. Los que se fijan en esas cosas, dan cuenta que desde entonces “la Pulga” canta cada día mejor. Adentro de la cancha, lo que nos importa a la mayoría, sigue tocando como nadie. Y baila. En Cataluña todavía no pueden creer que se haya ido con su música a otra parte.